Daniela Vega, actriz de la película Una mujer fantástica (2017, Chile, Oscar a la mejor película extranjera), del director Sebastián Lelio, tiene en orden sus prioridades: “Estamos primero por sobrevivir a la Covid-19 y luego vemos cómo seguimos con los festivales de cine y con las películas. Somos ciudadanos más allá de ser actrices y productores”.
“Hay mucha incertidumbre sobre las agendas para seguir adelante con el cine. El cine se hará igual que antes, lo nuevo será cómo llegar al punto de la creación, habrá que cambiar los protocolos sanitarios sobre cómo rodar, cómo llegar a los lugares”, opinó Vega durante la tercera y última mesa de diálogo que se llevó a cabo en el Festival Internacional de Cine de Panamá (IFF Panamá), cuya novena versión es digital y termina hoy 26 de mayo.
“No es lo mismo un actor que un pintor o un escritor, nuestro arte tiene que ver con los otros. No sabemos los actores cómo llegar a esa dinámica de los nuevos protocolos, porque obligatoriamente necesitamos del contacto de los otros en los rodajes”, agrega.
La intérprete chilena también destacó que la obligación del cine es recordarle al mundo que la mujer debe participar de manera activa en todos los escenarios: en lo social, lo político, lo económico, lo cultural… “Son derechos que nos son negados y el cine es un lienzo en blanco para hablar de eso. El cine debe manifestar las diversidades”.
Importancia del cine
Compartió con Daniela Vega la pantalla y la palabra de este evento digital su colega mexicana Yalitza Aparicio (protagonista de la multipremiada Roma), quien habló de un reciente artículo de opinión que escribió para el New York Times.
En esta colaboración periodística Aparicio habló sobre la importancia del cine con películas como Roma (2018, obtuvo tres premios Oscar), de Alfonso Cuarón, que puso el foco en el frágil devenir de las empleadas domésticas, “sobre estas mujeres a las que no se les valora su trabajo. Gracias a Roma se aprobaron apoyos económicos para las empleadas en México”.
Antes, Aparicio pensaba que el séptimo arte no era relevante porque no había diversidad en las historias que se contaban.
Tras el impacto logrado por Una mujer fantástica y Roma, por ejemplo, descubrió que el cine sí tiene poder “porque puede transmitir muchos mensajes a personas de distintas partes del mundo. En el caso de Daniela, con Una mujer fantástica evidencia otras problemáticas más allá de lo que le rodea al espectador, y muestra lo que le pasa a otras personas”.
Otra prueba de que el cine tiene relevancia, comentó Aparicio, son las producciones del director guatemalteco Jayro Bustamante, tercer miembro de esta mesa de diálogo que moderó Pituka Ortega de Heilbron, directora del IFF Panamá.
Responsabilidad
Jayro Bustamente es el responsable de dramas de alto calado: Ixcanul (2015), La Llorona (2019) y Temblores (2019).
Por eso tiene moral al manifestar que si bien habrá un aluvión de producciones vinculadas directa o parcialmente con la Covid-19, “la audiencia necesita otro tipo de historias que no estén relacionadas con las que está leyendo en las noticias y en las redes sociales”.
A la par de la ola de cine sobre el coronavirus, también vendrá otro más intimista que ocurrirá en pocos lugares, en sitios cerrados, largometrajes de pocos intérpretes. “Estaba escribiendo guiones de películas con cantidad de actores, no sé cuándo voy a poder filmar eso. Espero que los grandes temas que hemos logrado como industria de cine centroamericana no se ahoguen por la Covid-19”.
La meta de los cineastas es compartir tramas sobre el ser humano y su relación con el entorno “desde otros filtros y desde otros puntos de vista. Somos parte de este mundo y estamos conectados con el planeta, eso lo debemos contar en nuestras películas, hay que reconectarse con la naturaleza”.
Ixcanul, La Llorona, Una mujer fantástica y Roma se centran en mujeres valientes que luchan solas contra una sociedad machista y patriarcal. “Nuestro deber es hacer películas que empujen a la gente a ver de otra forma. Me han ofrecido hacer proyectos de entretenimiento, pero me pregunto: ¿vale la pena estar cuatro años en un proyecto de ese tipo?, por más que me guste y consuma el entretenimiento. No. ¡Mi cine se une a la lucha de los derechos humanos!”.