La palabra invasión

La palabra invasión


Sentir pena o disgusto: deplorar. Lamentar, dolerse, entristecerse. Condenar. El clima ONU en las resoluciones de su Asamblea General. Esta semana se ha condenado la invasión de Rusia a Ucrania, con pandemia como telón de fondo, y se le ha demandado al invasor el fin de inmediato, instantáneo, de la agresión. El 29 de diciembre de 1989 se deploró la invasión de Estados Unidos a Panamá. Resolución mártir. Tres décadas después y con artillería verbal similar, se sigue deplorando, en iguales pasillos y hemiciclos.

En 2022, la casa se ha ampliado. Son 193 Estados miembros. 141 condenan a Rusia, al que se unen Corea del Norte y otros tres compañeros. En esa ONU no faltan quienes miran hacia otro lado ante la determinación putinesca, quienes se abstienen. ¿Qué hay debajo de esos ni fu ni fa? Dos gigantes, China y la India, lo privilegian. En la lista de los Estados abstencionistas figuran, además, Cuba, Nicaragua, El Salvador de Bukele y Bolivia. Oso encerrado. Otros desaparecen en el marasmo, como Venezuela.

Europa en pleno deplora. Está por la paz, el aislamiento a Rusia y el respaldo a la Ucrania martirizada. Y una mayoría de Latinoamérica también. México, Brasil y Argentina muestran una sonrisa a Putin, pero aprueban la resolución condenatoria.

¿Por qué el disgusto y la tristeza? Se violenta la carta constitutiva de la ONU, al usarse la fuerza, militar, y amenazar, en este caso, a los cuatro vientos –el del Cáucaso incluido–, hasta con disparar armas nucleares, como quien ensaya triquitraques con los dedos.

Esa resolución debe ajustarse, negociarse, ante los extremos recalcitrantes. En los pasillos y no en el papel, se denuncia en esos ataques genocidio, brutalidad y el empleo de armas prohibidas en convenciones, internacionales, esas bombas de racimo y de vacío. Y la exposición en juegos de guerra de materiales nucleares.

En 1989, hubo movimientos diferentes. En ONU eran 159 miembros. Estados Unidos, el articulador de hoy, la rechazó, y, en su defensa, se le unieron 19 Estados, entre ellos Reino Unido, Israel, El Salvador, Japón y el propio Panamá, atacado, ocupado y gobernado por Endara. La España (de Felipe González) fue la honrosa excepción europea que respaldó la condena. Aunque no ocultaba el temor de comprometer la relación bilateral del Washington al mando de George Bush padre.

En esos primeros días de invasión, la Cuba comandada por Fidel y la Nicaragua presidida por Ortega movieron sus resortes para que la Asamblea General sesionara para condenar a Estados Unidos, hoy cabildero, junto con la Ucrania de Zelenski. México y Suecia también se empeñaron. 75 Estados votaron por la condena contra Estados Unidos. Como Unión Soviética (hoy el voto de Rusia), China y los Estados de Europa del Este (Hungría, Bulgaria). Latinoamérica y el Caribe en pleno.

Hubo 40 abstenciones. Representantes de 24 Estados no aparecieron.

Estados Unidos alegó que sus tropas fueron bienvenidas por la población.

Ante la demanda del fin inmediato de la incursión, Estados Unidos se tomó el tiempo que consideró necesario para mantener la ocupación. Aún Rusia no ha atendido esa demanda de la ONU ni se sabe cuándo concluirá la intervención y ocupación de Ucrania.

El autor es periodista y filólogo.

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