El bus parte desde la ciudad de San Francisco, en California, con destino al parque Point Reyes National Seashore. A bordo todos tienen la expectativa de ver a los alces Tule, que alguna vez fueron mermados por la cacería, pero que han vuelto a pastar en las praderas costeras.
En el camino, el biólogo y ecólogo David Ackerly, de la Universidad de California en Berkeley, brinda detalles sobre la historia del parque, sus habitantes y de la ecología de los incendios forestales.
El parque abarca unos 259 km2, donde hay colinas, valles, bosques de coníferas, praderas, arbustos, pastos y playas. Hay más de mil 500 especies de plantas y animales, además de sitios arqueológicos.
La geología es clave para explicar el relieve, el tipo de suelo y la distribución de las especies. La parte este es paralela a la falla de San Andrés, que separa la placa tectónica del Pacífico de la de Norteamérica.
En estas tierras habitaban los Miwok, que según cuentan, fueron los primeros que vieron los europeos cuando llegó la expedición de Sir Francis Drake en 1579.
En 1962, el Congreso autorizó el establecimiento del parque Point Reyes National Seashore. Más de un tercio de su extensión es área silvestre protegida, otro tercio está destinado al pastoreo, donde los ganaderos y productores de leche han estado desde la década de 1850.
Hacemos una parada para caminar por un sendero y apreciar la vista. El viento empieza a soplar con fuerza entre los pinos.
Point Reyes tiene una estación de campo que forma parte del Sistema de Reservas Naturales de la Universidad de California, establecido en 1965. Son casi 40 reservas que sirven como laboratorios al aire libre para los científicos.
BALANCE PARA PROTEGER ECOSISTEMAS
En el centro de visitantes del parque Point Reyes National Seashore, en California, hay exhibiciones sobre los animales locales, incluyendo pinnípedos (focas, leones y elefantes marinos), aves, búhos, puma, zorrillo, alces Tule y otros.
Uno de los protagonistas es el elefante marino del norte (Mirounga angustirostris), cuya población fue diezmada en el siglo XIX debido a la cacería y que luego de ser protegida en el siglo XX aumentó a más de 150 mil ejemplares.
En la década de 1970 esta especie regresó a las playas de Point Reyes y empezó a reproducirse. Pero, como muchas otras, hoy día está amenazada por el cambio climático, la contaminación de los océanos y la sobrepesca.
Precisamente, otra exhibición alude a la contaminación por microplásticos y cómo estos pueden absorber tóxicos que luego son ingeridos por aves marinas y otras especies.
También se explica cómo diferentes especies de aves y plantas aprovechan las condiciones que les brindan los abetos para vivir y cómo funciona la “estratificación” en el bosque. Al habitar en diferentes alturas, condiciones de luz, etc., se disminuye la competencia entre especies y se favorecen distintos hábitats.
CONEXIONES
Entramos en el salón de “Science on a Sphere”, donde el biólogo Ben Becker se vale de una esfera iluminada de casi dos metros que sirve como proyector interactivo, para visualizar datos del planeta, como el clima, los sismos, tsunamis, el desplazamiento de los vuelos internacionales, etc.
Esta herramienta controlada por computadora, permite al espectador apreciar cómo amanece y oscurece en el planeta en 24 horas, y que la naturaleza no conoce fronteras: lo que sucede en un lugar se relaciona con el resto del globo terráqueo.
HISTORIA Y CIENCIA
El movimiento de las placas tectónicas y los procesos geológicos han sido determinantes en la conformación del paisaje y de la distribución de especies en Point Reyes, donde hay una veintena de especies amenazadas y algunas cuyas poblaciones se están recuperando, como el alce Tule y el elefante marino del norte.
Varios sitios arqueológicos prehistóricos y más recientes dan pistas sobre la historia de sus pobladores originarios, los del siglo XVI, y del periodo de los rancheros mexicanos y estadounidenses.
Con la fiebre del oro, por el año 1849, una gran cantidad de personas llegó en busca de un mejor destino a las costas de la bahía de San Francisco y a Point Reyes. Como el clima era apropiado, algunos se dedicaron también a la producción de ganado y leche.
A través de los años hubo conflictos y negociaciones entre las autoridades y los rancheros, y al establecerse el parque en 1962, se designó una zona específica para la ganadería. El Servicio Nacional de Parques adquirió algunas propiedades. Hoy día, coexisten la ciencia, las granjas, el turismo y la conservación del ambiente.
Al llegar el mediodía, nos dirigimos a una de las playas del parque para almorzar. Caminamos rodeados de pastos dorados y matorrales. Al bajar a la playa, la arena es muy fina, la brisa arrecia y el agua está a unos 11°C. Las gaviotas llegan a velar.
Además de los elefantes marinos, en Point Reyes también se reportan tiburones y ballenas.
Si bien las características biológicas y geológicas del lugar son un imán para los investigadores, que estudian desde los hongos y los mamíferos hasta los fósiles, el turismo también es importante. Alrededor de dos millones de turistas acuden cada año. Uno de los sitios de interés histórico es el faro, construido en 1870 y que operó por 105 años.