Los Locos Addams (1964-66) son parte de los recuerdos de chiquillo que tiene el maestro Edwin Cedeño, quien creció viendo programas como este y La familia Munster (1988-91). “Este tipo de series trascienden por su contenido humano expresado precisamente a través de personajes extrañamente adorables”.
Cedeño dirige la versión escénica, que se presenta en el Teatro Pacific, y lo acompañan en estas faenas artísticas las productoras Gina Cochez y Beatriz González.
El musical Los Locos Addams se inspira en los personajes creados por Charles Addams, queridos y extravagantes seres que han aparecido en tiras cómicas, series de televisión, películas y desde el 2009 han visitado las tablas de medio mundo.
Homero, Morticia, Merlina y Pericles también acompañaron la infancia de Gina Cochez. Con ellos, por primera vez, se vio en la pantalla chica un clan “diferente a la norma, excéntricos, pero que a la vez despiertan mucha curiosidad y atractivo. Es muy divertido ver a los Addams interactuar, ver cómo las cosas diferentes y raras les gusta y aborrecen lo cotidiano. Durante todo el proceso de ensayos hemos disfrutado los chistes y bromas de este musical de Broadway”.
Crecer
Esta puesta en escena recuerda a la audiencia que los chicos crecen, aunque los padres no lo admitan, indica Cochez. “Crecen más rápido de lo que uno quisiera. La relación entre Merlina y su papá Homero es de mucha confianza. Ella le cuenta todo. Él poco a poco descubre que su hija es ya una señorita que se parece mucho a Morticia. Esa nostalgia es algo con lo que se podrán identificar muchos”.
Ese tema, comenta Edwin Cedeño, se plantea desde la farsa al igual que se desarrollan otras situaciones “como una madre dominante, un padre condescendiente y un hermano dependiente”.
Normas
Los Locos Addams, entre otras, le hace de manera constante una pregunta a la audiencia: ¿Todos somos normales en la medida de lo posible y todos somos diferentes de acuerdo a cada circunstancia?
¿Qué es ser normal? Cedeño opina: “El ser humano evoluciona y así mismo evoluciona su forma de pensar. Esos cambios deben ir apoyados por normas que regulen la convivencia entre la gente. De lo contrario se empiezan a levantar banderas que predican la verdad y por allí establecen cuál es el parámetro de la normalidad”.
“Lo que es normal para la araña, es una calamidad para la mosca”, resalta Morticia en la pieza teatral. “La normalidad es algo subjetivo y relativo”, asegura Cochez. “Ella le pide a los suyos que ‘actúen normal’ para conquistar a la familia de su novio. Poco a poco vamos viendo que los Addams son auténticos, que viven felices y que los raros son los otros”.
Edwin Cedeño espera, cuando los espectadores salgan del Teatro Pacific tras disfrutar de la obra, que la platea comprenda que la vida es la suma de los individuos y sus propias características. “La convivencia también nos enseña otras formas de vida y nos recuerda que el tiempo y las responsabilidades nos pueden conducir a fanatismos, rutinas y aislamientos. Los Addams no son la mejor definición de la normalidad, pero a fin de cuentas: ¿quién es normal?”.
Cochez agrega: “todos tenemos nuestras particularidades. Debemos aceptar y celebrar esas diferencias que son precisamente lo que nos hace únicos”.