Entre las campañas mundiales de salud pública de la Organización Mundial de la Salud (OMS) está la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de los Antibióticos, que este año empezó el 13 de noviembre y termina este domingo 19.
Con el lema “Pida asesoramiento a un profesional sanitario cualificado antes de tomar antibióticos”, la campaña busca fomentar el uso responsable de los antibióticos para obtener el mejor tratamiento, y contribuir a reducir la amenaza de la resistencia a los antimicrobianos.
Salvatore Ferraro, médico infectólogo pediatra, y gerente médico para los laboratorios de GlaxoSmithKline (GSK) para el área de antibióticos y antirretrovirales, expresa que las estimaciones para los próximos 35 años, debido a la resistencia a los antimicrobianos, es de casi 300 millones de muertes de personas. Esto costará casi un trillón de dólares, y se reflejará, sobre todo, en países de menos recursos.
“Cuando me refiero a resistencia a los antimicrobianos, incluyo no solo los antibióticos, sino también a los antivirales, a los antifúngicos y a los antiparasitarios. Es decir, a una amplia gama de medicamentos para diferentes enfermedades y que son causa importante de morbilidad y mortalidad a nivel mundial”, indica.
Otras estrategias en esta lucha incluyen reforzar los planes de vigilancia en los países y los programas que apoyan la investigación. “Hay programas dirigidos a la industria farmacéutica para el desarrollo de nuevas moléculas, por ejemplo, para enfermedades olvidadas”.
La resistencia a los antimicrobianos es un proceso natural. Para sobrevivir, las bacterias desarrollan mecanismos de resistencia complejos y diversos, de origen genético, que traspasan a su descendencia.
“Cada vez que una persona recibe un antibiótico, recetado o no, su flora microbiana pierde el equilibrio entre las bacterias ‘buenas’ y ‘malas’. Es decir, el antimicrobiano ocasiona la muerte de las bacterias sensibles, pero hace que las resistentes permanezcan viables y ellas van a ser capaces de mejorar esa resistencia. La persona puede ser, además, un foco de infección para el resto de la población”, explica Ferraro.
Los hospitales hace años han enfrentado bacterias multirresistentes, pero el problema se agrava porque ahora también hay bacterias resistentes fuera de los hospitales, en la comunidad.
“La OMS ha hecho un listado de patógenos principales que causan infecciones asociadas a la resistencia a los antibióticos, no solo en los centros hospitalarios, sino también infecciones en las comunidades, como la E. coli, el agente más importante de infecciones urinarias. A nivel mundial, el 70% de E. coli es resistente a la ciprofloxsacina, un antibiótico de primera línea de tratamiento”, indica Ferraro.
También se ven más infecciones en la comunidad por Klebsiella pneumoniae, por Staphylococcus aureus resistente a meticilina -asociada a infecciones graves, profundas, neumonías severas, necrotizantes y con alta morbimortalidad- e infecciones por neumococo (Streptococcus pneumoniae) resistente a la penicilina y con un aumento en los efectos adversos.
Otros patógenos que están volviéndose resistentes en la comunidad son la salmonela, shigella y Neisseria gonorrhoeae.
“Hay un repunte de enfermedades de transmisión sexual a nivel mundial, como sífilis y gonorrea. A medida que se crean tratamientos, las personas han perdido el miedo y no se protegen”, detalla el galeno.
“La gonorrea ya ha desarrollado resistencia a varias clases de antibióticos y no quedan muchas opciones. Puede causar cervicitis (inflamación en el cuello uterino) en la mujer, problemas para concebir, etc.”.