El plástico no reutilizado sigue siendo uno de los problemas de contaminación más serios que enfrenta el planeta y en el cual participa directamente el hombre.
Lo produce, lo utiliza, pero también se lo está comiendo de manera indirecta a través de los animales que consume, principalmente los mariscos.
Ocurre en todas partes pero particularmente en las ciudades costeras como Panamá, que por su cercanía al mar con mayor facilidad contamina las aguas con estos desechos.
Los estudiosos aseguran que cuando un fragmento de plástico o empaque pequeño de producto va a parar al mar termina en el estómago de un pescado, una langosta o un camarón, que después termina en el plato de los consumidores.
El tema es parte del debate hoy 15 de marzo Día Mundial de los derechos de los consumidores, fecha en la cual se tienen programadas presentaciones virtuales relacionadas con la contaminación por plástico y la necesidad de generar conciencia para reciclar estos desechos.
Ambiorix Batista, presidente de la Asociación de Biólogos de Panamá, reconoce que cualquier tipo de envase es considerado un microplástico, ya que la ropa, los zapatos, artículos de belleza y alimentos vienen envueltos en plástico.
“Lo que vemos en las playas es acumulación de plástico y poco a poco los animales se los están comiendo. Eso demuestra qué es lo que tienen en su estómago, y ya ha habido casos [en] que han muerto por consumir plástico, pero a veces no nos damos cuenta que lo que nos estamos comiendo lleva ese contenido de plástico”, reafirmó Batista.
Algunas cifras. Producción y reciclaje del plástico
La producción en el mundo ha aumentado en los últimos 50 años, desde 15 millones de toneladas en 1964 a 311 millones de toneladas en 2014, y se prevé que se duplique nuevamente en los próximos 20 años.
Más de 40 años después del lanzamiento del primer símbolo de reciclaje universal, solo el 14% de los envases de plástico se recolectan para su reciclaje. Los plásticos que se reciclan se reciclan en su mayoría en aplicaciones de menor valor que no son nuevamente reciclables luego de su uso.
Cada año, al menos 8 millones de toneladas de plásticos se filtran al océano, lo que equivale a arrojar el contenido de un camión de basura al océano cada minuto. Si no se toman medidas, aumentará a dos por minuto para 2030 y cuatro por minuto para 2050. Los envases de plástico representan la mayor parte de esta fuga.
(Fuente: Ellen Macarthur Foundation)
Incluso cuando se parte un tubo de PVC con una segueta, las partículas que se generan son contaminación que si va a parar al mar lo más seguro es que sea ingerido por algunos peces que luego pasan a la cadena alimenticia.
“Como no lo vemos, no somos consientes de ello y los microplásticos se pueden ir acumulando en el organismo humano y es difícil que el cuerpo los pueda desechar, con lo cual pueden comenzar a surgir enfermedades”, explicó Batista.
El riesgo está en las enfermedades que puede producir el plástico, por ejemplo, algún tipo de cáncer, porque las células no pueden reconocer la partícula que tienen y puede dar origen a muchas otras cosas, agregó Batista. “Quizás se desconozca por qué algunas personas están con síndromes metabólicos, que trata de una amplía variedad de enfermedades que los nutricionistas no saben distinguir, al igual que los médicos internos y los que están estudiando la fisiología del ser humano”, agregó.
Es una de las razones que llevó a la Asociación de Biólogos a incorporarse a los gremios de los consumidores: Unión Nacional de Consumidores y el Instituto Panameño de Consumidores para tratar de generar conciencia a través de la educación ambiental.
Una de las estrategias es tomar esos envases y darle otro uso para generar menos residuos, algo que cada día se hace más difícil para tratar, con el riesgo de que vayan a parar a un río, a un lago, al mar o a la capa freática de la tierra, con lo cual se vuelve a iniciar el ciclo.
Estos gremios se proponen impulsar más educación, concienciación e implementación de campañas dirigidas a toda la ciudadanía, para que se pueda tratar los residuos y que sea menos lo que se envíe al vertedero.
Se trata de ampliar el abanico más allá de las 3r: reducir, reutilizar y reciclar, para reducir y evitar la contaminación ambiental. Es ir hacia las 7r, es decir, que esos materiales, como el plástico, se puedan utilizar para otra actividad que sea de beneficio al humano: Es rediseñar, reducir, reutilizar, reparar, renovar, recuperar y reciclar. Como lo reconoce la Fundación Ellenmacarthur, en un informe, la economía del plástico está muy fragmentada. “La falta de estándares y coordinación a lo largo de la cadena de valor ha permitido la proliferación de materiales, formatos, etiquetado, esquemas de recolección y sistemas de clasificación y reprocesamiento, que colectivamente obstaculizan el desarrollo de mercados efectivos”.
Coincide con que también se necesita introducir nuevos materiales y formatos de embalaje en las cadenas globales de suministro y distribución.