“No hay nada que hacer, solo ser”. En pleno confinamiento, esta frase tuvo efecto de bálsamo en Julie Arrue durante su clase en línea de meditación, práctica en la que se volcaron miles de personas para sobrellevar la crisis actual, inclusive políticos y sanitarios.
Las cifras de las aplicaciones de meditación son concluyentes. Una de las principales, Petit Bambou, pasó de 5 mil a 15 mil usuarios diarios desde el inicio del confinamiento a mediados de marzo en Francia y superó los 5 millones de inscritos, un auge que también registra en España, con más de 1 millón, explica su cofundador, Benjamin Blasco.
“Las posibilidades de ocio al exterior quedaron muy limitadas. Es normal que aumente por ejemplo el yoga y el fitness” en línea, pero además la meditación “se adapta bien a la situación actual puesto que ayuda a convivir con el estrés que esta genera”, afirma, por su parte, Julien Delon, cofundador de Mind, cuyas descargas diarias pasaron de 500 a mil 500.
La pandemia, el confinamiento y la crisis económica “generan emociones múltiples: estrés, ansiedad, miedo, ira e incluso tensión con los demás miembros de un hogar. La gente busca no dejarse superar por todo esto”, explica Blasco.