Sean Connery podía estar en la lista de los mejores actores de la historia del cine (Empire, Premiere y Entertainment Weekly), ser nombrado caballero por la reina Isabel II por sus aportes a la corona inglesa, formar parte de los hombres más sexys (People) del planeta y comentar en entrevistas uno que otro comentario machista.
El que estuvo en el concurso Mr. Universe (1953) y murió el 31 de octubre a los 90 años, podía participar por dinero, sin asco, en una película por completo comercial, y al mismo tiempo, integrar el elenco de una película tan liviana como Robin Hood: Príncipe de los ladrones (1991) y donar su salario para la caridad.
Este orgullo escocés, antes de ser millonario y famoso, fue desde quien repartía la leche en su comunidad como quien pulía los ataúdes de los que se iban para el otro barrio y fue hasta modelo de desnudos en clases de arte.
Era un actor carismático en la línea de Clarke Gable (hoy podrían asociar a George Clooney con alguien como Connery). Por ejemplo, consiguió el papel de James Bond, el espía que tenía licencia para matar, entre otras, porque la escritora Dana Broccoli (compañera del productor Albert R. Broccoli) opinaba que tenía un gran atractivo sexual.

El nuevo rumbo del cine de Hollywood no le agradaba lo necesario. Tampoco le sentaba la tecnología y el fantástico. Eso explica que haya rechazado participar en las sagas de Matrix y El Señor de los anillos porque admitió que no entendía el mundo en el que habitaban estos personajes.
La estrella, que se retiró del cine en 2003, había dividido los últimos años de su vida entre esas islas caribeñas, el sur de España y Estados Unidos.
Sin embargo, su estado de salud le había impedido cada vez más viajar. Incluso cuando la justicia española lo citó a declarar en el marco de una investigación por corrupción urbanística que implicaba una de sus antiguas propiedades en la ciudad andaluza de Marbella.
“No estaba bien desde hace algún tiempo”, dijo su hijo Jason Connery a la BBC.
“Qué infinitamente triste escuchar la noticia de la muerte de Sir Sean Connery. Él y Roger fueron amigos durante muchas décadas y Roger siempre sostuvo que Sean era el mejor James Bond de todos los tiempos”, afirmó en un tuit una cuenta oficial mantenida a nombre del actor Roger Moore, fallecido en 2017, quien también dio vida al famoso agente 007.
Durante su larga carrera Connery obtuvo numerosos premios, incluidos un Oscar por su papel en Los intocables de Elliot Ness (1987), tres Golden Globes y dos Bafta.
Dio vida al fraile Guillermo de Baskerville, un detective medieval abiertamente inspirada en Sherlock Holmes, en la adaptación cinematrográfica de El nombre de la rosa de Umberto Eco y encarnó al padre de Indiana Jones en La última cruzada.

Pero para todos quedará en el recuerdo vestido de esmoquin, con un martini o una pistola en una mano y una bella mujer en la otra como el elegante agente al servicio de su majestad 007, al que encarnó por primera vez en Doctor No en 1962 y en seis ocasiones más después.
“Fue y quedará siempre en la memoria como el James Bond original, cuya entrada indeleble en la historia del cine comenzó cuando pronunció estas inolvidables palabras: ‘Mi nombre es Bond ... James Bond’”, afirmaron los productores de la saga Michael Wilson y Barbara Broccoli.
“Revolucionó el mundo con su ingenioso retrato del sexy y carismático agente secreto”, en su caso de marcado acento escocés, aseguraron.
Y afirmaron estarle “eternamente agradecidos” porque “él es sin duda en gran parte responsable del éxito de la serie de películas”, cuya última entrega, Sin tiempo para morir, protagonizada por Daniel Craig, tiene a los fans en ascuas tras dos aplazamientos de su estreno debido a la pandemia del nuevo coronavirus.
La noticia de su muerte desató un alud de homenajes. “Crecí idolatrando a #SeanConnery”, escribió el actor australiano Hugh Jackman en Twitter calificándolo de “leyenda tanto dentro como fuera de la pantalla”.
Diez años después de su jubilación, Connery fue elegido el actor británico preferido de los estadounidenses.
Solo su defensa del controvertido proyecto independentista en su Escocia natal molestó a algunos y, según se dice, retrasó hasta 2000 su reconocimiento por la reina Isabel II como Sir.
“Nuestra nación llora a uno de sus hijos queridos”, afirmó la primera ministra escocesa, la independentista Nicola Sturgeon, asegurando que “era una leyenda internacional pero primero y ante todo un escocés patriota y orgulloso”.
(Con información de AFP)

La gira turística de los Connery a Panamá
En 2003, Sean Connery y su esposa, la pintora francesa Micheline Roquebrune, visitaron Panamá dos veces, la segunda para la celebración del Centenario.
En su primera visita, de cinco días, en marzo, visitaron Chiriquí, peregrinaron a Atalaya, visitaron la Reserva Natural de Punta Patiño, en Darién, y sobrevolaron Punta Escocesa, donde por un tiempo existieron colonias francesas.
Además, participaron en actividades nocturnas junto a la entonces presidenta Mireya Moscoso, quien le otorgó la Orden Manuel Amador Guerrero en grado de Gran Oficial.
En su momento, el actor explicó que la visita a Panamá se debía a que David McGrath, sobrino del arzobispo Marcos Gregorio McGrath y cónsul de Panamá en las Bahamas, donde los Connery residían, tenía años de hablarles del país y, finalmente, se había dado la oportunidad, además de que Moscoso los había invitado. En este viaje, la Alcaldía de Panamá le entregó el pergamino de Visitante Ilustre.

