Los hombres aplaudieron, las mujeres ulularon y el grupo cantó. Habría sido algo de lo más corriente si no fuera porque el espectáculo tuvo lugar en un anfiteatro público de Irán y porque el grupo era 100% femenino.
La música que tocaron esa cálida noche se llama bandari, y las canciones se basan en viejos temas folclóricos que han ido pasando de generación en generación y que a gran parte del público le resultaban familiares.
Sin embargo, esta vez la música era tocada por mujeres, en un festival organizado por el Estado para poner en valor la “música del Golfo Pérsico”. Vestidas con ropas tradicionales, las mujeres también tocaron el laúd y tambores dohol.
Poco después, un público entregado se arrancó a cantar con la banda, coreando las canciones que entonaban las cuatro artistas en el escenario, en Bandar Abbas.
Este tipo de manifestaciones de alegría suelen ser mal vistas por las autoridades de Irán, que desde hace más de 40 años está regido por un régimen islámico. “Parece como si al menos te hubiera visto” una “nueva parte de la sociedad”, declaró Noushin Yousefzadeh, que toca el ud, el laúd de Oriente Medio.
“Al menos todos esos ensayos sirvieron para algo”, agregó.
El grupo de Yousefzadeh, Dingo, fue formado a finales de 2016. Según el dialecto local, el nombre del grupo hace alusión a los primeros pasos que dan los niños.
Este espectáculo, que montaron el año pasado, solo lo habían interpretado una única vez antes de esta ante un público mixto, y solo habían tocado en directo unas cuantas veces desde entonces.
“Estos festivales son una gran oportunidad porque en circunstancias normales no podemos cantar delante de hombres”, señaló la percusionista Faezeh Mohseni.
Tanto ella como sus compañeras lucían atuendos tradicionales, muy coloridos, con lentejuelas y bordados dorados, que suelen llevar las mujeres de la provincia de Hormozgan.
Cuando actúan ante público femenino, Faezeh canta en solitario, pero tan solo unos días antes de la actuación les informaron de que a esta acudirían tanto hombres como mujeres, por lo que el grupo tuvo que adaptar su función a toda prisa.
“Tuvimos que dedicar todos esos días a ensayar cantando todas en coro”, explicó Malihe Shahinzadeh, que toca el pippeh, otro tipo de tambor local.
Que las mujeres puedan cantar en público no es algo que esté del todo claro en la República Islámica. Ninguna ley lo prohíbe específicamente, según Sahar Taati, exdirectora del departamento de música del Ministerio iraní de Cultura y de Orientación Islámica, conocido como Ershad.
Sin embargo, la mayoría de los clérigos creen que el sonido de las mujeres cantando es haram –prohibido–, porque puede ser provocador para los hombres y conducir a la depravación, agregó.