Disfrazados como diablos, brujas, duendes y personajes terroríficos de la mitología indígena, miles de nicaragüenses celebraron, pese a la pandemia, con alegría y bulliciosos bailes el festival de Los Agüizotes (espanto), una tradición de la sureña ciudad de Masaya que los lugareños consideran mejor que Halloween.
Unos bailaron con euforia alrededor de un zopilote -un ave de rapiña que los lugareños vinculan a espíritus malignos- al que arrastraron por el suelo con una cuerda atada a su cuello mientras al mismo tiempo intentaban prenderle fuego, en medio gritos en la noche.
Otros danzaron al son de las bandas filarmónicas o desfilaron con sus trajes de espanto por las calles de esta ciudad ubicada a 30 km al sur de Managua, mientras otros observaron desde sus casas la algarabía.
La tradición, que se celebra días antes de la fiesta de Halloween, atrajo este año a más nicaragüenses que antes, a pesar de la pandemia.
El festival de “Los Agüizotes”, que en lengua náhuatl significa espanto, revive personajes de la mitología indígena como la Mocuana, la hija de un cacique que se volvió loca cuando supo que su enamorado, un conquistador español, había robado la fortuna de su madre.
O la Cegua, una bella mujer que se trasformó en una bestia tras ser maldecida por irrespetar a sus padres, entre otros personajes.
Los masayas, conocidos como un pueblo de artesanos rebeldes, hacen sus propias máscaras en talleres familiares. Para los masayas, esta fiesta es mejor que Hallowen porque recoge la cultura popular.
