Los cambios que redujeron la agresividad de los tratamientos empleados contra el cáncer infantil tuvieron un doble beneficio: aumentaron como nunca el número de niños que sobrevive a la enfermedad y eliminaron las complicaciones a largo plazo que resultaban letales hace una generación, de acuerdo con un nuevo estudio.
La radiación y la quimioterapia han salvado a muchos menores de la leucemia y otros tipos de cáncer, pero algunos de estos tratamientos pueden dañarles el corazón y otros órganos.
En 1990 se emprendió una campaña para impedir esos “efectos colaterales tardíos” en los niños, que empleaba dosis de radiación menores pero más específicas, evitaba ciertos fármacos y cambió la forma en que se les aplicaba la quimioterapia. Se temía que los tratamientos menos agresivos pudieran reducir las probabilidades de sobrevivencia de un niño con cáncer.
Un nuevo estudio que analizó más de 34 mil casos de niños que sobrevivieron al cáncer arroja una feliz conclusión: No. La tasa de sobrevivencia de ellos mantuvo su tendencia al alza, incluso con tratamientos a los que se redujo la agresividad.
