El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU fue galardonado ayer con el Premio Nobel de la Paz por suministrar comida a millones de personas en un mundo donde el hambre se torna un “arma de guerra” y se agravará debido a la pandemia del nuevo coronavirus.
El PMA recibe este galardón por “sus esfuerzos en la lucha contra el hambre, su contribución para mejorar las condiciones de paz en las zonas afectadas por los conflictos y por sus esfuerzos para impedir que el hambre se use como un arma de guerra”, declaró la presidenta del Comité Nobel, Berit Reiss-Andersen.
En helicóptero o a lomos de un camello o de un elefante, el PMA distribuyó el año pasado 15 mil millones de raciones de comida y asistió a 97 millones de personas en 88 países. Las cifras pueden parecer enormes, pero solo representan una parte muy pequeña de las necesidades del mundo.
El PMA, fundado en 1961 y con sede en Roma, se financia únicamente por donaciones voluntarias y se autodefine como “la mayor organización humanitaria” en un mundo donde 690 millones de personas, es decir una de cada 11, sufrían en 2019 de manera crónica la falta de alimentos.
Yemen, la operación más grande del PMA
En Yemen, país en guerra donde millones de personas están al borde de la hambruna, el brazo alimentario de la ONU brinda víveres todos los meses a a 13 millones de personas, entre ellas 1.1 millones de mujeres y niños menores de cinco años. La operación del PMA en Yemen es considerada la más amplia respuesta de emergencia del mundo.
Cifras que sin duda han empeorado este año debido a la pandemia.
“Paz y erradicación del hambre son indisolubles”, reaccionó en Twitter la organización, cuyo director, el estadounidense David Beasley, se dijo “profundamente honrado” por el premio.
“Es un formidable reconocimiento al compromiso de la familia del PMA, que cada día trabaja para erradicar el hambre en más de 80 países”, escribió el responsable en Twitter.
Este es el duodécimo Nobel de la Paz concedido a una organización o personalidad de la ONU o vinculada con Naciones Unidas.
Las felicitaciones al galardón otorgado al PMA no se hicieron esperar. El PMA “desafía peligros y distancias para entregar víveres a quienes sufren conflictos y desastres naturales y a los niños y familias que no saben qué habrá en su próximo plato de comida”, se felicitó Antonio Guterres, secretario general de la ONU.
Los países en conflicto son una de las prioridades del PMA ya que la guerra es al mismo tiempo causa y consecuencia del hambre.
“No hay mil maneras de actuar (...) La única manera de terminar con el hambre es poner fin a los conflictos”, declaraba en septiembre David Beasley.
Según recordó este viernes Tomson Phiri, portavoz del PMA, “el problema de la desnutrición aguda no es un problema solo de comida, sino de paz y de estabilidad. Todo resulta menos grave si hay paz”.
Yemen es un ejemplo doloroso y flagrante de sus afirmaciones.
La ONU y diversas oenegés han alertado sobre las consecuencias humanitarias del conflicto que opone desde 2015 al gobierno, apoyado por una coalición militar dirigida por Arabia Saudita, y los rebeldes hutíes, respaldados por Irán.
Los combates han provocado decenas de miles de muertos, la mayoría de ellos civiles, según las oenegés, y tres millones de desplazados y han dejado al país hundido en una profunda hambruna.
La Covid-19 ha enturbiado aún más el panorama humanitario mundial. Según un informe de la ONU publicado a mediados de julio, la recesión mundial provocada por el SARS-CoV-2 puede hacer que entre 83 y 132 millones de personas suplementarias sufran el hambre en primera persona.