Antes de la pandemia, Daniel Reggio, un pescador del puerto francés de Marsella, saludaba a sus amigos con dos besos. Ahora, lo hace con el codo.
Desde el sureste de Francia hasta Túnez, pasando por España y Argelia, la lucha contra la Covid-19 ha obligado a dejar en el pasado los besos, abrazos y apretones de mano, rituales fundamentales en los países mediterráneos, señala el sociólogo Mohamed Jouili.
Algunos han adoptado nuevas formas de saludarse, como darse un toque con el codo -como lo hacían en África durante el ébola- o el pie, poniendo una mano en el pecho o mandando besos de lejos, pero siempre con la nostalgia de un buen abrazo.
Es que, lejos de las prácticas anglosajonas o asiáticas, en los países mediterráneos “la proximidad física (...) es la base de nuestra identidad”, explica la antropóloga Geneviève Zoïa.