Uno de los edificios más emblemáticos del Casco Antiguo es el Palacio de las Garzas, la residencia oficial del presidente de la República.
Es inevitable apreciar la majestuosidad y el detalle arquitectónico en cada rincón, tanto en el exterior como en su interior.
NO SIEMPRE FUE PALACIO
En 1671, con la destrucción de la antigua ciudad de Panamá la Vieja por el pirata Henry Morgan, la corona española decidió hacer el traslado de la ciudad.
La tarea fue encomendada al capitán de tierra firme Antonio Fernández de Córdoba. Finalmente, lo construyó Luis Lozada Quiñones en 1673, ya que en ese mismo año el capitán de tierra firme murió.
Fue residencia de Lozada Quiñones y albergó las oficinas principales que necesitaba en su cargo.
Fue bodega, escuela para maestros, corte real, aduanas, casa de gobierno, sede central del Banco Nacional y finalmente Palacio Presidencial en 1855.
Tras el gran incendio en 1737 la estructura fue abandonada por más de un siglo.
Para su reconstrucción, se usó parte del cascarón, según un plano de la ciudad de 1764. En ese plano aparecen el portal de tres arcos, el patio y la escalera monumental (aún en el edificio).
EL RECORRIDO
Para entrar al Palacio de las Garzas debe pasar por la garita del Sistema de Protección Institucional (SPI) en donde le darán su pase. De allí su guía -contactado previamente llamando a la Presidencia de la República- lo esperará en el vestíbulo del palacio.
Lo primero que se avista son las garzas en la fuente del patio central, hecha con piso de mármol blanco y columnas de concha nácar de las aguas del archipiélago de Las Perlas.
En 1922 el poeta panameño Ricardo Miró (1883-1940) le obsequió al presidente Belisario Porras (1856-1942) un par de garzas que venían de la provincia de Darién.
De allí se originó el nombre “palacio de las garzas” y luego recibió siete garzas más. En ese momento, las nueve garzas representaban las nueve provincias de la República de Panamá en aquel entonces. Ahora solo habitan cuatro garzas nacionales, que se alimentan de filete de pescado y camarones.
La gira continúa en el salón Paz, un salón de conferencias y reuniones. Se le puso así, porque en este salón es donde se recibe a los manifestantes. Se aprecian unos cuadros de óleo del siglo XVIII pintados por el colombiano Epifanio Garay. En uno está el libertador Simón Bolívar y en otro el general militar José de Fábrega.
En el segundo piso, se aprecian los pasamanos de caoba con estilo colonial en la escalera de mármol blanco italiano. Hay una escalera para subir y otra para bajar. Se puede ver la puerta de la biblioteca personal del presidente de la República, que está en remodelación, así como las puertas de la oficina del presidente a la que el acceso no es permitido ni tampoco a las habitaciones.
En el próximo punto a visitar, el salón Amarillo, saltan a la vista la silla presidencial y los murales confeccionados por el artista y escultor panameño Roberto Lewis (1874- 1949), que detalla una breve reseña histórica de nuestro país.
La sala que sigue es el comedor presidencial, mejor conocido como salón Los Tamarindos, contiguo al salón Amarillo.
El presidente de esa época, Juan Demóstenes Arosemena (1879- 1939), le solicitó a Roberto Lewis que decorara el comedor presidencial, pero esta vez con vistas de la isla de Taboga, lugar donde el pintor tenía su residencia, quien observó la abundancia de árboles de tamarindo y su influencia en la vida isleña.
El comedor presidencial tiene capacidad para 80 puestos tallados en caoba, estilo colonial y decorados con el escudo nacional. Tiene lámparas de cristal y piso de parqué.
La gira sigue en el Patio Andaluz, en donde hay columnas con cinco esculturas que representan las cualidades que deberían tener todos los mandatarios de la República de Panamá: la ley, la justicia, el trabajo, la constancia y el deber. Estas esculturas fueron esculpidas en 1915 por el escultor italiano Gaetano Olivari.
REMODELACIÓN
Entre 1921 y 1922 el presidente de Panamá en ese momento, Belisario Porras (1856-1942), decidió remodelarlo y contrató los servicios del arquitecto Leonardo Villanueva Meyer, de origen peruano, quien cambia los pisos rústicos por pisos de mármol y decoró columnas concha nácar de las islas del archipiélago de Las Perlas.
El elevador fue construido en 1934 para la visita del presidente estadounidense Franklin Roosevelt (1882- 1945), que todavía funciona.
Al finalizar el tour, la guía da unas palabras de despedida y agradece la visita por parte del presidente, Juan Carlos Varela, y la primera dama Lorena Castillo de Varela.
El lema de la pareja presidencial es “puertas abiertas para todos, tanto para visitantes como extranjeros”.