Colombia crea un emblemático parque donde se levantó, hace 511 años, el primer asentamiento europeo de la América continental, en la orilla occidental del golfo de Urabá, dentro de la noción del Istmo de Panamá y primera sede de nuestra ciudad y república.
Es Santa María de La Antigua del Darién, en Unguía, Chocó, zona declarada en abril de 2019 Bien de Interés Cultural de Colombia y Parque Arqueológico e Histórico, donde, es posible, se fusionara, no de buena manera, la aldea de Darién, a orillas del río Darién (vocablo de la lengua cueva), creación española.
Fue la capital de Panamá y capital de la Gobernación de Castilla de Oro hasta 1519, cuando, por orden del general español Pedrarias Dávila, se traslada a la hoy Ciudad de Panamá. Y de donde saldrán expediciones hacia el Norte y el Sur de América.
Renace aquel asentamiento, en el imaginario, sin embargo desaparece, en lo público y lo privado, Panamá de la referencia de esa innovación, que congregó tanto gente y huellas como muchas ciudades europeas coetáneas.
Vasco Núñez de Balboa funda en 1510 Santa María de la Antigua del Darién (homenaje a la Virgen de la Antigua, venerada en Sevilla y en Logroño y cuyo nombre bautiza la basílica catedral de Panamá). Se localiza a menos de 70 kilómetros de Cabo Tiburón, hito fronterizo de los dos países y por donde zarpó Colón hacia Jamaica en 1503, después de recorrer por siete meses el Caribe panameño y fundar el primer asentamiento español, en la desembocadura del río Belén.
El parque Arqueológico e Histórico posee 50 hectáreas, entre senderos, áreas verdes y una casa museo con depósitos para preservar las piezas halladas en más excavaciones. Está ubicado en el poblado de Santuario, corregimiento de Tanela, dentro del municipio de Unguía, departamento del Chocó. No puede otearse desde Panamá a simple vista, sin embargo está muy cerca y es parte del Istmo de Panamá, cuya noción geográfica también incluye a Costa Rica.
Santa María la Antigua condensa y explica los conflictos que han caracterizado a Latinoamérica durante cinco siglos. Ni qué decir los del infiernito local, desigual, con peso mafioso, aunque paraíso.
No paraíso fiscal, como nos endilgan padrastros europeos. La codicia, el engaño, la crueldad y la perversidad fueron la tónica de esta ciudad vigente 15 años. Aunque en decadencia, en 1519, hace 502 años, cuando la sede se traslada a la hoy Panamá Viejo, su punto final fue 1524. Un decreto la enterró.
En su controversia de límites con Colombia, Panamá reclamó como suyos los territorios con que se unió (1821) a la Gran Colombia, que llegaban en la costa Caribe hasta la margen occidental del río Atrato, que incluyen las comunidades litorales de Sapzurro, Capurganá, Titumate, Playón, Playeta, Tigrana, Villa Claret. Con la firma del tratado Victoria-Vélez, en 1924, se acordó el establecimiento de la frontera con la citada ley de 1855, y quedó bajo jurisdicción colombiana esa porción de 40 millas de costa en el Caribe dentro del istmo de Panamá. La materia no había quedado resuelta con el tratado Thomson-Urrutia (1914), mediante el cual Colombia reconoció, 11 años después, la república de Panamá.
Después de 117 años de nuestra segunda república (la primera fue en 1840), Colombia ha plantado bandera en ese espacio de conflictos donde nació la Panamá y el espacio hispanoamericano.
El autor es docente, periodista y filólogo