Tiempo atrás, Cebaldo se marchó de su natal Guna Yala, para trabajar en tierras lejanas, Portugal, donde la soledad y nostalgia lo empujan a reencontrarse en un viaje de vuelta a sus raíces.
La historia completa se cuenta en Panquiaco, una de las películas panameñas que integran la selección del Festival Internacional de Cine de Panamá (IFF Panamá), ahora adaptado a internet, ante los límites que se han impuesto en el país para mitigar el impacto del nuevo coronavirus.
Panquiaco abrirá la cartelera digital del festival el 22 de mayo, a las 6:15 p.m., en www.iffpanama.org y competirá por el premio del público. Tras la función, se desarrollará un conversatorio con su directora, Ana Elena Tejera.
El film formó parte de la selección del Festival Internacional de Cine de Rotterdam 2020, en Países Bajos (Ver cuadro), y ha ganado, previo concurso, premios como el Fondo Cine de Panamá en la categoría de largometraje/documental, el Fondo 500 Años y el fondo centroamericano Primera Mirada, otorgado por la Fundación IFF Panamá y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Las creadoras
Dos rostros femeninos destacan en el trabajo detrás de esta producción: Ana Elena Tejera (directora) y María Isabel Burnes (productora).
Cuentan que el proyecto nació durante una investigación sobre los relatos orales de los pueblos indígenas, especialmente en Guna Yala. Y en el estudio de esa sabiduría mística que sobrevive al paso de las generaciones, destacó la figura de Panquiaco, el hijo del poderoso cacique Comagre, responsable, según las crónicas coloniales, de enseñar el camino a Vasco Núñez de Balboa al Mar del Sur y a nuevas tierras donde podían “saciar su sed de oro”.
Y después de profundizar en Panquiaco, se encontraron con Cebaldo de León Smith, un panameño de 60 años que se dedicaba a la pesca en Portugal. Es el hombre que inspiró el personaje homónimo en el que se centra la película.
El relato audiovisual es ficción, sí, pero con muchos matices de realidad: la añoranza, la soledad, el deseo de reencontrarse, la vida en las comunidades de la comarca, los rituales... Tan real que Cebaldo encarna al Cebaldo de la película. “Él interpreta su propio conflicto, el conflicto de pertenecer, el conflicto de la identidad y de volver al lugar de origen donde las memorias del pasado no están. El trabajo, tanto con Cebaldo como con los otros personajes, requirió tiempo, crear un vínculo con ellos y crear atmósferas que invitaran a las emociones y sensaciones que buscaban desarrollarse en las escenas”, describe Tejera.
Y, desde su título, la película es también una reivindicación de Panquiaco y todo lo que representa: “Panquiaco es los pueblos indígenas borrados, Panquiaco son los relatos orales y leyendas indígenas que no se enseñan en las escuelas, Panquiaco es olvidar el origen mestizo de Panamá y poner nuestra identidad en Balboa o en Estados Unidos. Panquiaco es la necesidad de volver al origen de una posición geográfica con una identidad múltiple: china, negra, dule, congo, emberá… Es darle un espacio a reflexionar cómo nos afecta e influye ser de un lugar de paso, del lugar de las dos aguas”.