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CRÍTICA

‘Parásitos’ le hace una radiografía a la sociedad

‘Parásitos’ le hace una radiografía  a la sociedad
‘Parásitos’ se hizo del premio a mejor película extranjera en los Globos de Oro. Cortesía

Parásitos podría ser la mejor película de 2019 que ha llegado a la cartelera de los cines panameños (sí, aun mejor que el Joker). Por su cruda realidad, su ingeniosa narración, sus inesperadas vueltas de tuerca, y por ser tan atemporal y universal que, aunque su trama se desarrolla en Corea del Sur, cualquier país del mundo, incluido Panamá, se puede sentir identificado.

Este filme dirigido por el surcoreano Bong Joon-ho, el mismo que ha presentado otras destacadas producciones, como Memorias de un asesino (2003) o El huésped (2006), es un drama, lleno de comedia negra y un mensaje social que absorbe de inicio a fin.

A brochas gordas, la película narra la intromisión de una familia de bajos recursos en la vida del opulento clan Park, y todos los efectos colaterales que esto traerá para ambas familias. Pero sin adentrarnos en la trama, es bueno adelantar que el espectador no encontrará una lucha de clases sociales o un bando bueno y su contraparte. Si bien es cierto que es una historia sobre diferencias económicas, lo que el director presenta son las burbujas en que la sociedad se ha dividido.

La película –ganadora de la Palma de oro 2019– se mueve en dos mundos incómodamente distintos, dos realidades que, a pesar de compartir el mismo espacio, se desconocen entre sí. Donde un “milagro” para algunos, significa la “tragedia” para otros. Aunque sí, aquellas imágenes contrapuestas es imposible que no hagan que el espectador se cuestione sobre cómo es posible que el mundo se maneje y distribuya de esa forma tan desbalanceada.

Trayéndolo a nuestro país, la película hablaría, por ejemplo, sobre las realidades que se viven en los caserones de Boca la Caja y los edificios de Paitilla. Vecinos territoriales, donde unos solo pueden soñar con la vida que llevan los de arriba, y otros tratar de imaginar lo que pasa abajo. Ambos grupos con sus propios problemas, sus propias ideas sobre lo que la felicidad es, y totalmente ajenos a las realidades del otro. Esta es una comparación llevada a los extremos, tal como hizo Joon-ho en su cinta, pero lo cierto es que el ejercicio se puede realizar con cualquier grupo que tenga un poco más de recursos que el otro. Se encontrarían toda una serie de carencias y abundancias, de ambos lados.

Pero como se mencionó, el director no presenta a los adinerados como los grandes villanos, por poseer mansiones, autos lujosos y una vida envidiable (Por lo menos no aquellos que trabajaron por conseguirlo). Tampoco martiriza la pobreza, como personas llenas de bondad, necesitados de caridad y obligados a vivir en la miseria por culpa de los que más tienen. Joon-ho toma a ambos bandos, con sus virtudes y defectos, y los pone a interactuar, lo que resulta en situaciones que van desde la comedia, la sátira, el drama y la tensión propia de un thriller. Todo esto contado con tal sencillez que, a pesar de presentarse en un idioma ajeno, la historia es fácil de entender para cualquiera sin necesidad de ser traducida.

Pero no solo la trama juega un papel importante, sus personajes son pilares indispensables. Quizás en este aspecto el director sí jugó un poco con el clasismo, mostrando, por ejemplo, cómo un grupo, orillado por la necesidad, debe ser astuto para aprovechar las oportunidades para sobrevivir y hasta dónde son capaces de llegar para lograrlo. A su contrario, presenta a otros tan acostumbrados a la comodidad que a veces resulta irreal lo ingenuos que pueden llegar a ser, por ejemplo, ignorando sucesos que pasan frente a ellos.

Los personajes, cada uno muy bien construido, juegan con el blanco y negro del inicio, tornándose grises a medida que el tiempo pasa. Para el espectador es difícil no querer ver triunfar a algunos a pesar de ser conscientes que sus acciones no son correctas. Es complicado admitir que en algún momento todos, aunque no poseamos el dinero de la familia Park, hemos actuado de alguna manera como ellos. Y es que no se puede culpar a unos por aquello que les resulta normal, y que a otros, por decirlo de alguna forma, les parece odioso.

Al final, el nombre de la película puede cobrar diversos significados. Parásitos pueden ser los huéspedes que se aprovechan de sus anfitriones. También aquellos que, aun con los recursos, son incapaces de sobrevivir sin ayuda de los demás. Parásitos pueden ser, por qué no, los gobernantes que succionan y enferman una parte de la sociedad, para engordarse ellos.


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