“Ah, se fue el agua”, se sorprende el pastelero francés Sébastien Gaudard, mientras abre la llave del lavadero. Está en Cuba para enseñar a preparar un tradicional postre y descubre lo difícil que es cocinar en una isla con aprietos económicos y escasez. Invitado a La Habana por la Embajada de Francia, el chef de 49 años participa en el programa Goût de France (Sabor de Francia), que promueve la gastronomía de su país en el mundo.
¿Su misión? Animar dos sesiones de formación con 40 chefs cubanos para enseñarles a preparar un Babá al ron (Baba au rhum), un esponjoso dulce remojado en licor, “un postre tradicional francés que proviene de Lorena, de donde vengo”, dice.
“Para nosotros, Francia es la meca en temas de cocina”, dice Eddy Fernández, presidente de la Federación Culinaria de Cuba, y “tener al príncipe de la pastelería de París en Cuba es una oportunidad”.
Frente a sus alumnos, que toman notas o lo filman con un teléfono, Gaudard se ayuda de una traductora para enumerar los ingredientes de su receta, además del agua: harina, azúcar, sal, huevos, levadura, mantequilla... Productos no tan fáciles de encontrar en Cuba por estos días.
Con humildad, este pastelero estrella en su país admite sentir “mucho respeto por todos estos chefs” en Cuba, porque en Francia es muy simple encontrar insumos.
A finales de 2018, la harina desapareció de los estantes, luego de que varios molinos de la isla sufrieron desperfectos. Las piezas de repuesto tardaron meses en llegar desde Alemania. Entre tanto, los huevos empezaron a faltar. Las autoridades explicaron que no tenían suficiente comida para las gallinas y estas, mal alimentadas, no podían producir huevos para cubrir toda la demanda. Los cocineros cubanos que asistieron al taller de Gaudard tuvieron que enfrentar un verdadero desafío: la embajada les pidió que produjeran 50 babás de ron para una recepción.
“Es un reto”, admite el pastelero francés. “Les dije que podían reinterpretar el babá con productos locales para convertirlo en un producto totalmente cubano”.