El amor es química pura, y los animales lo saben. Mañana, 14 de febrero, ocasión en que se celebra el Día de San Valentín, es una fecha propicia para narrar cómo y de qué manera algunas especies del reino animal eligen a sus “compañeros sentimentales”.
El pingüino, por ejemplo, se lleva la corona por ser el animal más fiel y monógamo de todos.
Diversas evidencias científicas han demostrado que esta ave marina es el símbolo del romanticismo por excelencia, si se toma en cuenta que se ha comprobado que una media de 72% de los machos vuelve a aparearse con las mismas hembras del año anterior.
Dicho encuentro sexual habitualmente se da en “el nido de la fidelidad”, un espacio —denominado así por la comunidad científica— al que “los machos vuelven esperando que las hembras hagan lo mismo”, reseña la revista National Geographic en su edición de noviembre de 2016.
Pero si el pingüino vuelve a su “nido” y encuentra a la hembra con otro, el primero lo ve como traición, tal como lo recopiló un video reproducido por Nat Geo Wild, en que se observaba una pelea sangrienta entre ambos machos.
En el reino animal, la monogamia es una estrategia por la “proximidad”, afirma el científico José Guillermo Sánchez, biólogo con especialidad en zoología. “Si los miembros de una especie, en este caso pingüinos, viven separados por grandes distancias, tenderán a tener una actitud de ‘ama a aquel con el que estás’. De esta manera, formarán pareja con el primer candidato que puedan encontrar y se aferrarán ‘fielmente’ a él”.
TERRITORIO HORMIGA
La química entre las hormigas se experimenta de forma distinta, ya que los insectos hacen sexo por instinto y no por placer. “Ellos no disfrutan el momento como el ser humano; están por copular con el único objetivo de procrear para sobrevivir”, dice el especialista, quien ha investigado el comportamiento de los insectos sociales.
Este proceso entre hormigas empieza justo durante las primeras lluvias del año, evento con el que se desencadena el olor a tierra mojada, que no es más que la reacción química entre millones de microorganismos del suelo y las primeras gotas de agua producto de la lluvia, comenta el biólogo.
“Este olor viaja por los ecosistemas, las áreas rurales y hasta la urbe. En cada colonia de hormigas de todas las especies que existentes en el planeta, hay galerías con machos y hembras aladas, es decir, zánganos y princesas, respectivamente”.
Dichas hormigas perciben el olor por medio de sus antenas, en donde tienen su centro de captación de moléculas o feromonas, por lo que salen despavoridos tanto princesas como machos alados.
“Por tal razón, es la única época del año en que encontramos tantas hormigas aladas volando por doquier”, que lo hacen con el fin de buscar pareja para la copulación, explica Sánchez, quien destaca que el término “enamoramiento” se relaciona única y exclusivamente para el ser humano, por cuestiones conductuales.