La Santa Sede, en el centro esta semana de un escándalo por controvertidas inversiones, divulgó en forma detallada sus cuentas financieras con el deseo de garantizar mayor transparencia, como fue exigido por el papa Francisco.
“Es posible que en algunos casos la Santa Sede haya sido mal asesorada, incluso engañada. Creo que estamos aprendiendo de los errores y las imprudencias del pasado”, reconoció este jueves en una larga entrevista con el portal del Vaticano, el jesuita español Juan Antonio Guerrero Alves, quien dirige desde enero la poderosa Secretaría para la Economía.
La divulgación de los balances consolidados de 2019 representa un paso importante, aunque no incluye la totalidad de las cuentas.
La avalancha de testimonios y documentos filtrados a la prensa italiana sobre la investigación abierta hace un año por la justicia del Vaticano sobre los opacos montajes financieros de la Santa Sede, han revelado un entramado de empresas y asesorías, casi todas italianas, que terminaron por crear un agujero equivalente a unos $500 millones, según la revista L’Espresso.
El patrimonio neto de todas las instituciones de la Santa Sede es de unos $4,698 millones dólares.
“La economía de la Santa Sede debe ser una casa de cristal”, admitió el prelado.
La Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia, que aglutina a 60 entidades al servicio del papa, cuenta con un patrimonio neto de de unos $1,644 millones, calculando las inversiones financieras y los ingresos por bienes raíces.
“La Santa Sede no funciona como una empresa ni como un Estado, no busca ganancias”, subrayó Guerrero.
Según los datos, la Santa Sede registró un déficit financiero en 2019 de casi $13 millones frente a unos $88 millones del año anterior, una mejoría que fue posible gracias al buen rendimiento de las inversiones financieras y a algunas transacciones extraordinarias.
Registró alrededor de $360 millones en ingresos y unos $373 millones de gastos. Obtuvo, por ejemplo, unos $17.6 millones por la venta de una propiedad y adquirió dos propiedades en Roma.
Según el responsable de la Economía del Vaticano, un jesuita cercano al pontífice, los fondos del “Óbolo de San Pedro”, que recibe las donaciones de todo el mundo para la obras de caridad del papa, no fueron utilizados para la controvertida compra de un lujoso edificio en el centro de Londres, operación bajo investigación judicial.
Esa polémica compra, realizada en dos etapas, a través de varios empresarios, fue hecha con “fondos reservados de la Secretaría de Estado”, el “ministerio” que corresponde a la jefatura de gobierno.
Se trata de una aclaración clave, ya que las donaciones para el Óbolo se realizarán el próximo domingo, en vez de finales de junio, debido a la pandemia del nuevo coronavirus y su monto medirá el impacto del escándalo.
En 2019, gracias a las donaciones, se recolectaron más de $62 millones, de ellos, casi $11.7 millones destinados a objetivos específicos a pedido de los donantes.
Estas donaciones pueden ser utilizadas en inversiones seguras, como “lo hace todo buen padre de familia”, sostiene Guerrero y excluyen financiar a la industria de armas, según exigió el mismo pontífice argentino.

