La científica Carla Laucevicius se define a sí misma como una persona de valores, que construye a través del reflejo de sus familiares.
“Mi abuela siempre me decía: ‘si vas a hacer algo, hazlo bien hecho; sino, mejor no lo hagas’. Así intento hacer todas mis actividades, y creo que voy por buen camino, ya que he logrado ser la ganadora de un puesto en “Innovadores Menores de 35 Centroamérica” (IM35)”, un premio de la revista en español MIT Technology Review que destacó un total de siete proyectos.
Por ello, quiso, a través de la ciencia, ofrecer una solución al problema existente en los sistemas de tratamiento de aguas residuales debido a la acumulación de aceites y grasas, que pueden llegar a bloquear los conductos de saneamiento.
Por diversas circunstancias, esta brasileña vive en Panamá desde hace 18 años, y fue aquí donde empezó a laborar en la empresa de su padre –quien reside en el país- que se dedica al diseño y construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales.
“Mi papá inventó un sistema de tratamiento de aguas residuales, del cual fui partícipe de sus esfuerzos. Siempre me fascinó un laboratorio que él tuvo (…) en Sao Paulo a finales de 1980, que era ‘el lugar de mis sueños’ cuando niña”.
Pasan los años, y en 2009, la empresa “Ingeniería Industrial” (en la que su padre es presidente en Panamá) contaba con más de 100 empleados y 200 plantas de tratamiento de aguas residuales instaladas; sin embargo, no se le había dedicado esfuerzos a la mejoría del producto o innovación, afirma.
Entonces, Laucevicius, al buscar un área en que su perfil encajara en el negocio, sugirió la creación de un departamento de Investigación y Desarrollo (I+D), con el fin de poder “buscar soluciones a desafíos técnicos y científicos del tratamiento de aguas residuales y hacer un nuevo laboratorio, tal cual mis sueños de niña”.
De esta forma, señala, logró convencerlo sobre la importancia de ello, por lo que tuvo apoyo para desarrollar su idea, mas “no teníamos dinero para invertir, hasta que surgió la oportunidad de un grants [subsidio] con la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación en 2010, al cual postulé”.
En ese entonces, su proyecto –dedicado al tratamiento de las aguas residuales-, al resultar ganador, “nos permitió un capital de $250 mil para construir y equipar un laboratorio de I+D Ambiental”.
De esa forma, surgió Toth Research & Lab, desde donde ha podido crear un coctel bacteriano como una solución al problema existente del tratamiento de aguas residuales en Panamá.
¿Qué es lo que le motiva a trabajar por la ciencia?
Siempre me enfoqué en la ciencia. Cuando estaba chiquita, me acuerdo que al resolver el test vocacional salía “científica”. Es mi pasión. No sé recibir un “sí” o un “no” porque a alguien le da la gana. Todo tiene su explicación y hay muchas cosas que no han sido explicadas, y más que eso, hay muchas cosas que han sido puestas a un lado por imposiciones y paradigmas el cual no puedo aceptar.
Se necesitan agentes de cambio, y yo me considero uno. Es un trabajo difícil, muy difícil, pero con valores, moral, respecto y evidencias se pueden acrecentar granitos de arena.