Hacía calor. Era una tarde sin brisa y con probabilidad de lluvia durante la noche. En el portal de su casa, Héctor González afilaba su vieja cuchilla de cortar arroz.
“Le dicen cangreja”, comenta sonriendo. “Mi padrino me la hizo, es de cacho de vaca”.
Hoy día usan una cuchilla llamada “avión”, pero Héctor prefiere la versión de antaño. “Mañana va a ir mucha gente a esa junta [de corte de arroz], los dueños siempre van a las demás juntas”, comenta Héctor.
Escampó al amanecer y la mañana arrancó fresca en La Laguna de Pocrí, en la provincia de Los Santos. Es el verano que tiene ganas de entrar. Eran las 6:00 a.m. Ya en la casa para la que se organizó la junta, entre saludos y los buenos días, llegaban los voluntariosos participantes. Llegaron de pueblos vecinos, como Lajamina, Purio, Paraíso y Cañafítulo, donde fue la junta anterior.
Todos fueron recibidos con un fortificante desayuno: mondongo con pata de res, acompañado de tortilla asada y café.
El arrozal estaba a unos 15 minutos a pie, por un camino fangoso que atravesaba un bosque de galería. Pasamos por un trapiche, cruzamos una quebrada y luego un extenso maizal. A lo lejos, se escuchaba el grito, canto y saloma que mantenía el ánimo de la junta mientras avanzaba alegremente por el arrozal, cortando las espigas. Cada tanto, pasaba alguien brindando “de las dos aguas”: agua y aguardiente. El ambiente era de vaciladera y compañerismo.
El grupo terminó de cortar el arroz antes del mediodía. Colocaron las “manos” de arroz en sacos y las llevaron al hombro hasta más adelante, donde un “grillo” llevó la cosecha y a todo el mundo de vuelta a la casa, para disfrutar de una gloriosa sopa de res, cargada en verduras y una yuca espectacular, acompañada de una refrescante chicha de limón endulzada con miel de caña.
Uno de los dueños de la junta, el Sr. Jorge Luis Sijo Sánchez explica que la siguiente tarea es colocar el arroz al sol, para que se seque. Luego, será desgranado y guardado en un área seca y fresca, para ser consumido a necesidad.
“Poco a poco lo vamos pilando, pa’ ahí mismo pa’ la casa y busca cangrejo pa’ revolverlo con cangrejo”, dice Sijo, dejando asomar en su rostro una enorme sonrisa.
Sijo espera que la cosecha le rinda a su familia unos 30 sacos de arroz desgranado, que debe durar año y medio.
El arroz fue sembrado el 11 de agosto, algo tarde, pero el clima favoreció la cosecha.