La tragedia humanitaria. Familias rotas. Víctimas civiles. Niños en el extravío. Migración forzada. Crímenes de lesa humanidad. La anteojera geopolítica nubla esa tragedia que padece Ucrania y su gente, compuesta por 44 millones de personas, 10 veces la población de Panamá.
Es desventaja militar, profesionales y no los ucranianos protagonizan una resistencia frente al ataque masivo de tropas rusas a instalaciones y centros urbanos. Llaman la atención la defensa de su territorio y democracia, bajo las bombas, por parte de civiles y funcionarios, bajo el liderazgo de Volodimir Zelenski, posesionado en la jefatura de Estado en 2019. Triunfó con el 73% de los votos, después de una meteórica carrera de actor y comediante de televisión.
Ucrania fue durante 70 años parte de la Unión Soviética, URSS, y a la caída de ese Estado gigante, en 1991, se constituyó en república independiente y es miembro de la ONU. En extensión, 8 veces mayor que nuestro país, es el segundo de Europa, y desde más de una década guiña el ojo a la OTAN, grupo militar liderado por Estados Unidos y competidor de Rusia (heredera de la implosionada URSS), así como a la Unión Europea (UE). En medio de la presente invasión —palabra proscrita para esta guerra en Rusia—, el presidente Zelenski ha formalizado la solicitud para el ingreso a la UE, hoy formada por 27 Estados, varios de ellos miembros de la antigua URSS y afines.
Con la URSS, se creó un orden bipolar, con esferas de influencia, más o menos, capitalismo y comunismo, que derivaron en la Guerra Fría, con la identificación de dos potencias (EU y URSS), que hasta en el espacio competían. La URSS llevó una perra al espacio. EU puso a Neil Amstrong en la superficie lunar.
En 1949, EU crea la OTAN. Con la implosión soviética, antiguas repúblicas y afines optaron por el seno otaniano. Y en la última década, se ha vuelto ensordecedor desde podios ucranianos esa idea. No es de la simpatía del mando del Kremlin, por el peso de Ucrania, por donde pasan gasoductos hacia Europa y propietaria de valiosos recursos materiales y patrimoniales. Ha decidido por la guerra y ha amenazado por emplear su poderío nuclear.
Rusia es una de las potencias militares (solo superada por EU y China), con miles de ojivas nucleares, incluso por fuerza intercontinental.
Las lenguas rusa y ucraniana proceden del tronco eslavo. En la época soviética se privilegió el ruso, que un tercio de los ucranianos reconoce como lengua materna. La lengua ucraniana es común en toda la nación, con énfasis en las zonas rurales. En sectores de influencia, se manejan ambas lenguas. El presidente Zelenski es rusohablante.
Con la invasión a Ucrania, se ha activado la guerra ideológica. Putin, de ideología centroderecha y acordonado por los nuevos multimillonarios rusos —como lo es Trump en EU—, recibe el respaldo de Estados con gobiernos autocráticos de izquierda de Latinoamérica: Cuna, Nicaragua, Venezuela.
Estados Unidos y la Unión Europea imponen sanciones contra la economía rusa en represalia por la invasión. Ha causado efecto dramático, sin embargo no demoledor. Aunque China atiende su propia agenda de ampliación de su economía, auxilia a la potencia en aprietos.
En el juego de poder, los ucranianos padecen un viacrucis, en casos atemperado por la solidaridad europea y de otros confines.
El autor es periodista y filólogo.
