Cuando la plataforma petrolera Deepwater Horizon de la petrolera BP explotó hace 10 años en el Golfo de México, causando un derrame de 750 millones de litros de crudo al mar, el daño fue de tal magnitud que un operador hotelero lo compara al desastre que causa ahora la pandemia a nivel local.
El 20 de abril de 2010, la plataforma marina Deepwater Horizon de la firma británica estalló frente a la costa de Luisiana, dejando 11 muertos y el mayor derrame petrolero de la historia de Estados Unidos (EU).
El petróleo se extendió por las aguas de Texas, Luisiana, Alabama, Misisipi y el norte de Florida, devastando no sólo la vida marina, sino también las economías costeras del sureste del país.
El desastre que produce hoy día la pandemia del coronavirus se siente “muy familiar” a aquello, dice Julian MacQueen, fundador de Innisfree Hotels, una cadena de hoteles en el noroeste de Florida y Alabama.
Cuando estalló la plataforma, siguió el caos. BP intentó durante meses contener el derrame, pero el petróleo afectó 2 mil Km de costas. Llegaban a las playas pelícanos y tortugas moribundos, cubiertos de petróleo; delfines y ballenas se varaban.
Expertos en medio ambiente advierten que el daño a la vida marina provocado por el derrame aún persiste y que EU no ha aprendido la lección. Un reporte divulgado esta semana por Oceana, una de las mayores organizaciones para la conservación de los mares, dice que en los cinco años siguientes a la explosión la población de ballenas Bryde se redujo en un 22% y que algunas poblaciones de peces, camarones y calamares desaparecieron en un 85%.
También murieron 800 mil aves, 170 mil tortugas y más de 8 millones de ostras. Se calcula que la industria de la pesca perdió mil millones de dólares y la del turismo más de 500 millones.