El presidente estadounidense, Donald Trump, visitó ayer una planta de fabricación de computadoras Apple en Texas en lo que supone una tregua entre la Casa Blanca y Silicon Valley, y un insólito gesto de amistad del millonario republicano hacia el director ejecutivo de la compañía “de la manzana”, Tim Cook.
“Es una persona muy especial en lo que respecta a este país”, dijo Trump hablando al lado de Cook mientras recorría la fábrica de computadoras Mac Pro en la ciudad de Austin. Destacó el “gran trabajo” de Cook.
La visita permitió al presidente la oportunidad de elogiar la fabricación estadounidense y dar un paso atrás, al menos temporalmente, en su diatriba contra las grandes empresas de tecnología por apelar a la producción en el exterior. Trump elogió lo que dijo que era un “producto increíble que está hecho aquí”, en Estados Unidos.
“Cuando construyes en Estados Unidos no tienes que preocuparte por las tarifas”, dijo, refiriéndose a las que pagan los productos ingresados desde China en el marco de la áspera guerra comercial que mantiene su gobierno con el gigante asiático.
El buen vínculo entre Trump y Cook contrasta con el trato que el presidente dispensa a otros gigantes de esa industria y con las grandes diferencias que mantienen sobre temas como comercio e inmigración.

