Mañana, cuando inicia una nueva década cargada de desafíos, Newseum, el museo más importante del periodismo, cerrará sus puertas al público.
Ubicado en Washington D.C, Estados Unidos, la labor básica del Newseum fue divulgar cómo el periodismo ayudó a forjar las democracias del mundo; además de mostrar cómo los medios de comunicación cambiaron a la par de los distintos sucesos que marcaron a millones de personas.
Localizado a pocos metros de la Casa Blanca y el Capitolio, lo primero que se puede apreciar al acercarse a la puerta principal del edificio son las primeras planas de los periódicos más importantes de Estados Unidos y otras naciones. Una muestra que cambia a diario para recordar que la edición impresa de un periódico es más que sólo un registro de los sucesos más significativos del día anterior.
La primera vez que visité aquel museo tenía 14 años. Desde pequeño, tenía alma y vocación de periodista, por lo que una de las razones por las que deseaba viajar a Washington, con ansias, era visitar el Newseum. Yo sentía que aquello era como Disneylandia para mí.
La planta baja del museo está compuesta por diversas exhibiciones interactivas que explican a los visitantes cómo la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense indica claramente que la libertad de expresión, prensa y religión son los pilares de cualquier democracia vibrante y que cada uno de los ciudadanos tiene el deber de protegerla.
Otro de los monumentos más destacados del museo es sin duda los restos de una antena de comunicaciones que fue rescatada de las ruinas del World Trade Center, cuando un trágico atentado terrorista redujo esos dos imponentes edificios a escombros el 11 de septiembre de 2001. Esa antena, que transmitía la señal de CBS para el área metropolitana de Nueva York así como de varias estaciones radiales, era el fiel reflejo de la destrucción que se vivió ese día.
La pared que rodea la estructura muestra las portadas de los periódicos del día siguiente a la tragedia, que reflejaron cómo cualquiera podía ser objeto del terrorismo internacional en el lugar menos pensado hasta ese momento.
En la tercera planta del edificio se localiza una galería que compila los altibajos del periodismo. En ella se pueden apreciar eventos de colección: los periódicos que relataron sucesos como el asesinato del presidente John F. Kennedy en 1963, y reliquias como la cámara con la que se realizó una de las primeras transmisiones de la televisión a color.
Otros hitos del periodismo presentes en el museo durante sus más de 10 años de existencia fueron la creación de CNN, el primer canal de noticias 24 horas de la historia, y la evolución del periodismo desde el papel y la imprenta hasta la inmediatez de la internet y las redes sociales.
El museo no solamente fue conocido por su impresionante colección de elementos históricos para el ámbito de las comunicaciones, también organizaba actividades en las que reunía a distintas personalidades del periodismo mundial. Yo asistí a una de ellas durante mi primer viaje a Washington. Era un cine foro en el que la invitada especial fue la periodista de la cadena ABC Diane Sawyer.
La película que se proyectó fue The China Syndrome, un thriller de 1979 protagonizado por Jane Fonda, en el que interpreta a una periodista que sortea cualquier tipo de obstáculos para informar de un accidente originado en una planta nuclear de California.
Entre muchos de sus hitos profesionales, Sawyer logró ser la primera mujer corresponsal de uno de los programas más prestigiosos del mundo, la revista 60 Minutes de CBS. Al principio, dudé en preguntarle algo, porque sentí que la timidez me vencía pero mi mamá me alentó a preguntar, ya que era una oportunidad única. Y tenía razón.
Así que me armé de valor y le consulté sobre sus primeros años como corresponsal en ese programa. Ella me miró con simpatía por ser alguien demasiado joven y me contestó que, básicamente, fue una de las experiencias de mayor aprendizaje en su vida, ya que se nutrió de grandes figuras, como Mike Wallace, además que le permitió cubrir eventos significativos en los años 1980.
Uno de los monumentos más emotivos que ofrecía el Newseum era un memorial en el que se rendía homenaje a los miles de comunicadores que murieron ejerciendo su profesión. Entre esos nombres estaba el del periodista y exgobernador de la provincia de Coclé, Darío Fernández. A través de su programa en la emisora La Favorita él denunció supuestas irregularidades en la adjudicación de unas tierras; y fue asesinado el 6 de noviembre de 2011 cuando se disponía a entrar a su vivienda, en Penonomé.
En definitiva, el Newseum fue algo más que un museo para mí. Era un edificio que le recordaba a la sociedad el papel del periodismo para mejorar sus vidas, al tiempo que operaba como una gran fuente de inspiración para futuros profesionales que sueñan con contar historias a través de una pluma o un micrófono y satisfacer su vocación de informar.