La leyenda de La llorona es popular en Latinoamérica. Una mujer que se lamenta por las noches buscando a sus hijos y que se convierte en la pesadilla de cualquier desafortunado que se cruce en su camino. Su aparente eterno andar ha inspirado a múltiples artistas a lo largo del tiempo, pero fue al director guatemalteco Jayro Bustamante a quien recientemente este ser fantasmagórico le sonrió.
En su película La llorona (2020), Bustamante revive al fallecido político y militar guatemalteco Efraín Ríos Montt (1926 - 2018) a través de un personaje ficticio llamado Enrique Monteverde.
Al igual que Rios Montt, Monteverde, un general retirado, es llevado a juicio y condenado por sus crímenes contra el pueblo indígena Ixil durante el llamado Genocidio Maya (1982-1983), pero queda en libertad semanas después.
“ Si nos sentimos un poco responsables con el progreso de la humanidad, notaremos que la gente lee menos y mira más. Entonces, si hacemos películas, tenemos que asumir la tarea de darles más contenido”.
Jayro Bustamante, director de cine.
Así, con la turba embravecida fuera de su residencia, queda atrapado junto a su familia en su lujosa casa, pero pronto se darán cuenta que hay algo más que camina y llora por los pasillos y que uno de ellos no es quien aparenta ser.
Casi como venganza personal Bustamante atrapa y persigue a los personajes con la memoria. Los atormenta con los rostros que por años políticos y militares ignoraron, convirtiendo en vengadores a las víctimas.
Una necesaria aclaración es que esta película no busca de lleno asustar, sino levantar la voz por aquellos que no están, incomodar a quienes los olvidaron y quedarse en la memoria de quien no los conocía.
Es allí donde el trabajo de Bustamante se vuelve sobresaliente. Valiéndose de un personaje tan arraigado a la cultura latina, cuenta y denuncia la muerte de más de mil 700 personas. También deja en evidencia que los pueblos indígenas continúan siendo vistos como inferiores; situaciones que no son ajenas al resto de los países de la región.

Y es que en esta cinta de hora y media de duración, La llorona bien podría ser la patria que sufre y llora por sus hijos, o la justicia que pena y grita por ser escuchada.
Si bien la mayoría de las actuaciones son regulares y a decir verdad carece de sustos, la película logra mantener el interés. No por su gran guión o efectos especiales, sino porque a medida que pasa el tiempo se hace imposible voltear la cara ante un hecho que todavía hoy causa espanto.
Premiaciones
Estrenada en el Festival de Venecia de 2019, La llorona no solo atrapó a los críticos guatemaltecos sino también a los especialistas internacionales. Jayro Bustamante se llevó el premio de mejor director en Venecia, y en la Giornate Degli Autori se levantó con el reconocimiento a mejor película, por mencionar dos de sus más de 10 diversos premios que ha ido recolectando.
Entre sus nominaciones más destacadas se encuentra la Mejor película iberoamericana en los premios Goya (6 de marzo). También se convirtió en la la primera película de Guatemala en ser nominada a los Golden Globes (21 de febrero) en la categoría de Mejor película de habla no inglesa. En esa misma lista compiten Another Round (Dinamarca), The life ahead (Italia), Minari (Estados unidos), Two of us (Estados Unidos, Francia).
Y quedó finalista para el premio Oscar (25 de abril) en la categoría Mejor película internacional, junto a otras dos producciones latinoamericanas: Ya no estoy aquí (México) y El agente topo (Chile).

La voz
El objetivo del trabajo de Jayro Bustamante es claro: la denuncia. “Para mí, la mayor enfermedad de la humanidad es la discriminación, y mi país se construyó sobre una base de discriminación. Puedo hablar por toda América Latina: los pueblos indígenas todavía son tratados como inferiores”, declaró Bustamante en una entrevista para los Golden Globes Awards. “Si nos sentimos un poco responsables con el progreso de la humanidad, notaremos que la gente lee menos y mira más. Entonces, si hacemos películas, tenemos que asumir la tarea de darles más contenido”, dijo el director de otras películas de denuncia como Ixcanul (2015) y Temblores (2019), en las que relata y condena crímenes como el genocidio, la discriminación y la homofobia.