El Vaticano instó ayer a los católicos a vacunarse contra la Covid-19, al considerar que todas las vacunas desarrolladas son “moralmente aceptables”, inclusive las fabricadas a partir de linajes celulares provenientes de fetos abortados en el siglo pasado.
En una nota “sobre la moralidad de la aplicación de ciertas vacunas anti-covid-19” recuerda posiciones tomadas por la Iglesia hace 15 años, pero busca responder a consultas concretas recibidas en los últimos meses.
Pensar en los pobres
La Congregación para la doctrina de la fe evoca el “imperativo moral” para la industria farmacéutica, gobiernos y organismos internacionales de hacer las vacunas contra la Covid-19 ‘asequibles incluso a los países más pobres’, retomando así un reciente llamado del Papa.
“Es moralmente aceptable recibir vacunas (contra) covid-19 que hayan utilizado en su desarrollo linajes celulares de fetos abortados durante los procesos de investigación y producción”, aclara la nota refrendada por el papa y publicada ayer por la Congregación para la doctrina de la fe.
La Iglesia católica explica que el vínculo entre una persona que está siendo actualmente vacunada y los fetos abortados en el siglo pasado es “distante.”
Las células-madre de fetos abortados en las décadas de 1960, 1970 y 1980 –reproducidas en laboratorios desde hace décadas como “linajes celulares”–, han sido utilizadas por gran número de investigadores en las diferentes etapas de desarrollo de las vacunas anti-covid-19, por ejemplo por los grupos Astra Zeneca, Moderna y Pfizer, de acuerdo a documentación asequible en el sitio web del Instituto euro peo de bioética.
En varios países, sobre todo en América Latina, pero también en Australia y el Reino Unido, los obispos han mantenido intensos debates sobre el dilema de las vacunas “moralmente éticas”.
El Vaticano también estipuló este lunes que “el recurso a estas vacunas no significa la aprobación moral del aborto.” Solicita a las farmacéuticas y a las agencias sanitarias estatales “producir, aprobar, distribuir y ofrecer vacunas éticamente aceptables, que no creen problemas de conciencia”.
Aunque, en reglas generales la vacunación debe ser “voluntaria“, la Iglesia subraya que se trata de un acto por “el bien común“, y “la protección de los más débiles y más expuestos“, una toma de posición opuesta a la de los grupos antivacunas.