En agosto de 2017, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) lanzó la primera Olimpiada Panameña de Ciencias Espaciales. Incluso, durante la presentación, el astronauta estadounidense John McBride compartió con estudiantes locales sus vivencias, para estimular el interés de los jóvenes por el espacio.
La Olimpiada tiene el objetivo de reforzar las competencias de los estudiantes en asignaturas como matemáticas, física, astronomía y otras.
Aquellos que se inscribían debían pasar por un proceso de pruebas en las cuales se escogerían al final los cinco estudiantes con mejores resultados para representar a Panamá en las Olimpiadas Latinoamericanas de Astronomía y Astronáutica, que se realizarán en octubre de 2018 en Paraguay.
La fase de pruebas terminó en octubre. Alrededor de 168 alumnos de segundo a duodécimo grado participaron en la convocatoria, de los cuales unos 88 eran de media académica, cuenta Madelaine Rojas, coordinadora de planes y proyectos de la Dirección de Aprendizaje y Popularización de Senacyt.
Rojas, quien estudió astronomía y astrofísica en Rusia, añade que a pesar de ser la primera olimpiada de este tipo en Panamá, se sobrepasaron las expectativas.
“Tuvimos una participación balanceada entre niños y niñas, y gran interés de estudiantes de cuarto, quinto y sexto grado de primaria. En Panamá hay una curiosidad grande en estos temas”, indica.
A los alumnos se les entregó un temario “bastante extenso” que tuvieron que desarrollar ellos mismos. La Senacyt no les dio fuentes, señala Rojas.
“Esta primera prueba nos va a servir para medir cómo estamos en Panamá y analizar a qué queremos llegar”.
Algunos estudiantes, incluso, se preparaban con un tutor todos los sábados, una muestra más de su interés por destacarse. No podían usar calculadora, tenían que hacer sus propios cálculos.
Rojas explica que en 2018 el quipo evaluador debe deliberar los resultados de las pruebas y ver si hay empates, cómo se desempatan.
“También hay que revisar los ensayos que hicieron los alumnos de media, y al final, escogeremos a los 20 mejores de décimo, undécimo y a 4 estudiantes modelos de duodécimo grado para que compitan entre ellos en los retos”.
Los resultados servirán como un termómetro para medir las diferencias entre escuelas públicas y privadas, entre los que tienen tutores o no, y en las fuentes que utilizan.
A los jóvenes se les darán talleres en el verano. La preparación conlleva saber matemáticas, física y ciencias naturales.
Primero se va a capacitar a los estudiantes y a sus tutores aparte. “Vamos a traer un equipo de profesionales de un grupo que sale de la Unión de Astrónomos Internacionales para capacitar a los tutores”.
Los estudiantes recibirán la capacitación en febrero del otro año.
“En abril, para celebrar la salida del primer hombre al espacio [Yuri Gagarin], queremos hacer los retos para los 20 estudiantes que obtengan los mejores resultados en la prueba. De esos 20, se escogerán 10 para darles una instrucción y de allí, 5 que nos representarán a nivel latinoamericano”, explica Rojas.
En enero habrá una reunión con organizadores de Ecuador para colaborar entre ambos países con el material que van a usar los alumnos en las olimpiadas regionales.
Rojas añade que también se contempla llegar a las personas de bajos recursos a través de un tipo de cómic digital sobre astronomía, con y sin realidad aumentada.
“Uno de los retos que tenemos para 2018 es adquirir material y comenzar las Olimpiadas más temprano, para darles más divulgación”.
A futuro, se aspira a tener una masa crítica de estudiantes que deseen profundizar su conocimiento en el campo de las ciencias aeroespaciales con miras a estudiar una carrera relacionada.
En Panamá se divulgan mucho los fenómenos observables, pero la mayoría desconoce que hay un mundo de oportunidades en este campo, resume Rojas.