Desde 2007, el biólogo Ricardo Moreno no había vuelto al sitio que considera el “paraíso panameño”: el valle de Santa Cruz de Cana, ubicado en el Parque Nacional Darién.
Moreno, egresado de la Universidad de Panamá, es un apasionado por los felinos silvestres y tiene 16 años de experiencia colocando cámaras trampa en el bosque, para documentar su presencia, identificarlos, estimar su abundancia y la de las poblaciones de sus presas.
Fue por primera vez a Cana en 2002, y allá realizó su trabajo de campo para su tesis de maestría, gracias a un fondo otorgado por el Programa de Conservación del Jaguar de la Wildlife Conservation Society, con el Kaplan Award Prize.
En julio de 2015, tras armar un equipo entre Yaguará Panamá-Sociedad Panameña de Biología, Legends of the wild y Jungle Treks, y con apoyo del Ministerio de Ambiente, emprendió el viaje que lo llevaría nuevamente a Cana.
Su objetivo era conocer cuántos jaguares se desplazaban por el lugar y si serían los mismos que había registrado una década antes.
Entre 2004 y 2006, Moreno había hecho dos grandes muestreos en los cuales fue posible contar cuatro jaguares diferentes.
En su última travesía a Cana, él y su equipo ubicaron 11 estaciones simples para hacer un muestreo piloto.
“Ahora, con muchas menos cámaras y en cinco meses, logramos fotografiar otra vez cuatro jaguares, dos machos y dos hembras, que son diferentes a los que había entre 2004 y 2006”, menciona.
También fueron fotografiadas otras especies, entre ellas algunos tapires, ocelotes, el hormiguero gigante, venados corzos, jaguarundis, tigrillos, pumas, pavones, armadillos, tayras y saínos.
“Fue increíble ver a los gatos de Cana nuevamente; es un lugar mágico y al mismo tiempo importante en términos de conservación absoluta para las especies que están amenazadas, como el hormiguero gigante, los puercos de monte y los tapires”.
Además de lo exuberante en términos de fauna y flora, el especialista en felinos destaca que este sitio tiene un componente histórico de importancia, ya que Santa Cruz de Cana fue fundada durante la época colonial y en su mejor momento tenía unos 20 mil habitantes.
Entre mayo y julio de este año, Moreno y los investigadores Ninon Meyer y Rafael Reyna-Hurtado, esperan poder atrapar algunos animales para colocarles collares con GPS, como parte del proyecto “Evaluando la conectividad del corredor biológico mesoamericano a través del uso de mamíferos clave en Panamá: jaguar, tapir y el puerco de monte”, financiado con fondos de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Senacyt).