Dietilenglicol: dos vidas, una misma tragedia

Dietilenglicol: dos vidas, una misma tragedia


Entre sollozos, una joven de 16 años de edad, oriunda de la región de Penonomé (Coclé), relató a los magistrados del Segundo Tribunal de Justicia cómo ha hecho para sobrevivir luego de ser una de las perjudicadas por la contaminación de medicinas de la Caja de Seguro Social con dietilenglicol.



En 2006, ella padeció de un resfriado, por lo que sus padres decidieron llevarla a la policlínica del Seguro Social en Penonomé.



Lo que no sabían todos era el giro que tendría sus vidas a partir del momento en el que le recetaron a la niña, de seis años en aquel entonces, el jarabe expectorante sin azúcar que estaba contaminado con dietilenglicol.



Este testimonio fue escuchado el pasado viernes, 1 de abril de 2016, con atención por los cientos de afectados del tóxico que acuden a la audiencia seguida a 11 personas acusadas de homicidio culposo en perjuicio de más de 182 personas fallecidas por consumir medicinas contaminadas.



La joven –acompañada en todo momento por su madre– afirmó que nunca se ha sentido bien después de haber ingerido el jarabe que le dieron para la gripe.



Luego de consumirlo empezaron los dolores estomacales, mareos, náuseas y esa sensación de debilidad que hasta hoy nunca la ha abandonado.



De ser una niña que no faltaba a clases y que participaba en todas las actividades escolares pasó a ausentarse constantemente. No tenía ánimos para estudiar y llegó a sufrir las burlas de sus compañeros, que pensaban que tenía una enfermedad contagiosa, según el testimonio.



También comenzó su peregrinar por clínicas, hospitales y diferentes médicos especialistas que analizaban sus síntomas. Posteriormente a su madre le comunicaron que era unas de las afectadas con el tóxico dietilenglicol y que debía viajar a la ciudad de Panamá para someterse a una revisión permanente.



Esto obligó a sus padres a mudarse de Penonomé a la 24 de Diciembre, en la capital, para tener un mejor acceso a los tratamientos. Fue un golpe duro para esta joven, ya que el cambio significaba dejar atrás a sus amigos de toda la vida, a sus tíos y abuelos.



A pesar de todo lo que ha pasado, ella dijo que aún sueña con terminar su bachillerato en ciencias e ingresar a la universidad.



Otra de las sobrevivientes –cuyo testimonio también fue aceptado por el tribunal– era el de la profesora de español y religión Dora Raquel Cedeño, quien también en 2006 ingirió el jarabe contaminado, por una gripe que la aquejaba.



La profesora contó que era muy participativa en las actividades del colegio e integraba casi todos los comités escolares. Pero tras el consumo del jarabe contaminado toda la agilidad se esfumó. Solo el hecho de subir las escaleras del colegio constituía un sacrificio; comenzó a tener dolores en los huesos y fatiga constante, por lo que fue hospitalizada.



En dos ocasiones, producto de la debilidad que le causó el tóxico, cayó de las escaleras y sufrió fracturas en sus piernas. Posteriormente fue destituida del plantel educativo. Sus alumnos fueron quienes siempre tuvieron palabras de aliento para que no se dejará vencer por la enfermedad.



La profesora entregó a las autoridades un envase del frasco que contenía el tóxico, lo que le valió para ser reconocida como víctima.  Hoy, esta docente se encuentra en silla de ruedas y solo espera que se haga justicia en este caso.



La audiencia continúa el próximo lunes 4 de abril, con la comparecencia de peritos del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

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