El nombre de Gilke Boris Ayarza aparece en una lápida del cementerio Jardín de Paz. Fue registrado como una de las víctimas fatales de la invasión de Estados Unidos a Panamá, el 20 de diciembre de 1989. Sin embargo, Ayarza está vivo, vaga por las calles de la capital y hasta renovó su cédula.
Este jueves 30 de noviembre, el Ministerio Público ordenó la exhumación de los restos que durante 34 años han permanecido en la tumba donde se creía que estaba Ayarza. Se intenta determinar la identidad de esa persona.
Así fue
Ayarza vivía con sus padres y hermanos en una casa ubicada en la parte superior de la cantina Agewood, en la Calle 27 de El Chorrillo. Era el área que los chorrilleros conocían como El Límite, zona aledaña a la vía 4 de julio (hoy avenida de Los Mártires). Pero, el edificio quedó destruido por el impacto de las primeras bombas.
Testimonios de vecinos y amigos, relatan que tras los bombazos de la noche del 20 de diciembre de 1989, Ayarza ayudó a sacar cuerpos que quedaron atrapados entre los escombros. Sin embargo, él y un amigo resultaron heridos producto de los impactos del ejército estadounidense al Cuartel Central. Fue trasladado al hospital Santo Tomás, en donde estuvo recluido durante varios días. Probablemente a partir de ese momento se le dio por muerto.
A raíz de las heridas y traumas sufridos, Ayarza quedó viviendo en la calle. Duerme debajo de los puentes o en algunos de los comedores populares que acogen a indigentes en Calidonia, corregimiento ubicado en el centro de la capital.
¿Cómo lo encontraron?
Sin embargo, la Asociación de Familiares de Desaparecidos de la Invasión, y la Comisión del 20 de Desaparecidos de 1989, grupo que trata de identificar a las víctimas de la invasión, lograron establecer que el cuerpo en la tumba no era el de Ayarza.
Sebastían Vergara, de la Asociación de Familiares de Desaparecidos de la Invasión, contó a La Prensa que por un año estuvieron en las calles buscando información sobre el paradero de este hombre, pues algunos residentes de El Chorrillo contaban que lo habían visto recorriendo las calles.
José Luis Sosa, de la Comisión del 20 de Diciembre de 1989, complementó esta historia. Narró a este medio que pidieron información al Tribunal Electoral sobre Ayarza y fue así como comprobaron que había actualizado su cédula en varias ocasiones. Su verdadero nombre es Boris Ariel Gilker Ayarza, tiene 52 años y nació el 23 de abril de 1971. Con esta información en mano, contactaron a sus familiares.
En medio de las pesquisas, localizaron al padre, quien aportó piezas fundamentales de este rompecabezas. Dijo que su hijo no falleció, que un “balazo” le ocasionó una herida en pantorrilla. “En el incidente ocurrido en la invasión el que murió fue la persona que estaba con él auxiliando a las personas mayores que estaban en el edificio donde ellos vivían”, contó.
La prueba de vida
El pasado 30 de septiembre, la Dirección de Investigación Judicial y la Fiscalía de Descarga, obtuvieron una prueba de vida: lo ubicaron en un comedor popular en Calidonia.
Allí, Ayarza, conocido por sus amigos como el “Borinqueño”, rindió una declaración jurada ante la fiscalía, sobre lo que ocurrió a partir de la caída de las primeras bombas en El Chorrillo.
“No sabía que había una lápida con mi nombre. Algunas personas de El Chorrillo me dijeron que había muerto el día de la Invasión, pero no sabía que me habían declarado muerto”, dijo, según reveló la Comisión del 20 de Diciembre de 1989 en un comunicado.
La fiscal de descarga Geomara Guerra, explicó a La Prensa, que ahora se extraerán muestras de ADN de los restos exhumados en la tumba donde se presumía que estaba Ayarza. Serán cotejados con muestras biológicas de familiares de desaparecidos durante la invasión. Sosa, por su lado, adelantó que en el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, existen al menos 40 restos óseos de personas desaparecidas o muertas en la invasión, que aún no han sido identificados.
Entre tanto, la fiscalía mantiene 16 investigaciones de personas desaparecidas o muertas durante esos sucesos, que no han sido identificadas, a las que se les realizan perfiles genéticos. Esa información se enviará a un laboratorio de Guatemala para su identificación.