Las cárceles panameñas están abarrotadas con una sobrepoblación de 8,751 internos por encima de la capacidad de albergue que tienen los centros penitenciarios que existen en Panamá. La población total de detenidos que hay en el país suma 23,342 internos, según las cifras de la Dirección de General de Sistema Penitenciario, hasta el mes de noviembre. De este total, 15,080 (65%) están condenados y 8,262 (35%) tienen en trámite sus procesos judiciales.
La población penitenciaria ha registrado un aumento sostenido en los últimos dos años, ya que en 2021 había un total de 19,161 internos en todo el país, mientras que en 2022 esa cifra se elevó a 21,113 reclusos. Comparada con las últimos datos publicados, este año la población penitenciaria ha crecido en 2,229 detenidos.
Los datos revelan que La Nueva Joya, centro penitenciario construido en el año 2014, ha rebasado su capacidad. Hasta noviembre pasado contaba con una población de 5,544 internos, pero su capacidad es de solo 5,504 privados de libertad.
La cárcel que presenta un mayor índice de sobrepoblación es La Joya con 3,972 privados de libertad, pero su capacidad real es de 1,568 reos, es decir, un excedente de 2,404 detenidos.
Una situación similar se repite con la cárcel La Joyita que tiene una población de 4,740 detenidos, pero que fue diseñada para cobijar a 2,837 detenidos.
En la provincia de Panamá solo la cárcel El Renacer presenta una población penitenciaria inferior a la capacidad para la cual fue diseñada. Hasta noviembre pasado el penal tenía un total de 260 internos, con un aforo para 436 detenidos, es decir aún puede albergar otros 176 reclusos.
El Centro Femenino de Rehabilitación Cecilia Orillac de Chiari (Cefere) también presenta una sobrepoblación de 322 internas.
La provincia de Colón tampoco escapa al problema de la sobrepoblación penitenciaria, allí la cárcel de Nueva Esperanza tiene una población penitenciaria de 2,544 reos, pero fue construida para solo 1,544 internos, lo que arroja una sobrepoblación de 998 personas.
El criminólogo Julio Alonso estimó que la sobrepoblación en las cárceles es un problema con varios años de arrastre y que en algunos centros de reclusión las pandillas gobiernan pabellones enteros, lo que les facilita realizar actividades criminales fuera de las cárceles. Relató que solo con programas de resocialización bien definidos se puede tener éxito en reinsertar a los privados de libertad en la sociedad. Explicó que se debe realizar un censo penitenciario para conocer el perfil de los delincuentes.
También el exministro de seguridad Rodolfo Aguilera estimó que es necesaria la construcción de nuevos centros de rehabilitación para que los privados de libertad puedan aprender oficios que le permitan insertarse con éxito a la sociedad.
A juicio de ambos, la ausencia de una política penitenciaria definida provoca que quienes salen de prisión retornan a la vida delictiva.