El IQ de Panamá: ‘una vergüenza para todos’

El IQ de Panamá: ‘una vergüenza para todos’
Los especialistas sostienen que la desnutrición infantil afecta el desarrollo cognitivo de los niños. pixabay.com


El World Population Review publicó recientemente un análisis comparativo, en el que se lista (de mayor a menor) los coeficientes intelectuales (CI) promedio de 199 países y territorios del mundo. En la lista, Panamá ocupa la posición 124, con 79 puntos del conocido IQ (por las siglas en inglés de intelligence quotient).

El índice se calcula con los datos de los resultados del sistema educativo público y lo referente a la tasa de desnutrición infantil.

El país con el más alto puntaje es Japón, con 106.48 puntos; en segundo lugar está Taiwán (con 106.47 puntos) y luego Singapur, que ocupa el tercer lugar (105.89 puntos).

El país de América Latina con más alto puntaje es Costa Rica, que ocupa la posición 67, con 88.34 puntos de calificación. Los tres últimos lugares son ocupados por Sierra Leona, en el puesto 197 (45.07 puntos), Liberia en el puesto 198 (45.07 puntos) y Nepal en el puesto 199 (42.99 puntos).

El coeficiente intelectual

El psicólogo Carlos Leiro considera que el CI es un indicador apropiado para evaluar los sistemas educativos.

“Uno de los dos componentes de la inteligencia, la inteligencia cristalizada [a diferencia de la inteligencia fluida], está directamente relacionado a las experiencias a las que niños, adolescentes y adultos están expuestos. Uno de los lugares donde debe nutrirse la inteligencia cristalizada es la escuela. Entonces, el CI es un indicador claro de dónde pone la mirada, los intereses y los recursos una sociedad”, opinó Leiro.

En contraste, el médico neurocirujano Francisco Sánchez Cárdenas no cree que este “sea el indicador apropiado para medir el rendimiento del sistema educativo. Más bien debe serlo para medir la desigualdad social y el maltrato social hacia la niñez”.

Una posición intermedia es la que expone la educadora Nivia Rossana Castrellón, quien sostiene que “el CI es uno más de los indicadores que pudiera reflejar, más que el propio sistema educativo, si los países cuentan con entornos promotores del aprendizaje para todos, esto es, si son países educadores”.

El resultado de Panamá

El bajo resultado obtenido por Panamá en esta evaluación es un contrasentido al hecho de que el país tiene el ingreso per cápita más alto de América Latina.

“El ingreso per cápita es un indicador que no expresa la realidad social de un país. La desigualdad impacta la alimentación de niños en una etapa de desarrollo cerebral crucial”, explicó Sánchez Cárdenas.

La docente Castrellón analiza esta situación de la siguiente forma: “Es una combinación de factores como insuficiente atención durante el embarazo y desde la primera infancia; 33% de niños pobres multidimensionales; desnutrición; falta de acceso equitativo a cuidados tempranos y a una educación de calidad desde la primera infancia”.

A su vez, el psicólogo Leiro enfatiza que “estos datos de Panamá son una vergüenza para todos nosotros. Pero además, son un gran peligro en las guerras de la economía del conocimiento que se dan en todos los países, porque solo aquello a lo que le pones atención crece y, como sociedad, por más que tanto en el sector público como en el sector privado y de las ONG han habido intentos aglutinadores de un interés en el futuro de la educación, ningún gobernante en los últimos 45 años ha sido capaz de sacar el clientelismo y la agenda política del tema educativo”.

Los primeros mil días

Las posibles respuestas de políticas públicas más apremiantes para atender este desafío del capital humano panameño deben desarrollarse, según Castrellón, “con un enfoque integral, coordinado e interinstitucional, políticas preventivas y compensatorias desde el embarazo, con atención personalizada focalizada en niños vulnerables en los primeros mil días de vida; desde los cero años, intervención temprana y oferta de educación de calidad para asegurar desarrollo neuronal apropiado; supervisión de alimentación, nutrición y acceso a servicios de salud desde el centro escolar”.

Mientras que Leiro propone una perspectiva del problema desde el sistema de salud.

“Los especialistas en salud pública y educación parecen estar de acuerdo en que, para superar un problema tan arraigado como la desnutrición infantil, hay que desarrollar intervenciones de primer, segundo y tercer nivel que deben articularse ordenadamente. Al igual que con la educación, hay que reconocer que el modelo de salud pública dista mucho del deseo al que todo panameño aspira”, recalcó Leiro.

Al respecto, Sánchez Cárdenas considera que hay una causa profunda que debe ser atendida, ya que “la única medida eficaz no son solo los programas de alimentación infantil, de los que hemos tenido muchos, pero no son sostenibles. Es con desarrollo social integral” que pudiera darse una solución efectiva.

Esta evaluación internacional refleja una fotografía de los resultados de Panamá en un aspecto crítico para el desarrollo y el futuro del país. Los datos son un reflejo de todas las fallas en la atención al capital humano panameño, desde la falta de atención durante los embarazos, la desnutrición infantil, el sistema educativo exhausto, las altas tasas de deserción escolar y hasta el bajo nivel de la inversión pública en educación y en las temáticas sociales.

(El informe completo puede consultarse en worldpopulationreview.com)


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