La promesa de una inversión lucrativa que les permitiría mejorar su calidad de vida se transformó en una estafa que dejó a cientos de personas no solo sin sus ahorros, sino también atrapadas en una agotadora batalla legal para intentar recuperar un dinero cuya devolución sigue siendo incierta.
Ramón, Enrique y Mariela (nombres ficticios) cayeron en la red preparada por Marco Galbiati, un italiano que se les presentó como un prominente inversionista en plataformas de criptomonedas y que prometía grandes ganancias con poca inversión.
Según sus víctimas, Galbiati era un hombre locuaz, persuasivo y carismático que irradiaba gentileza hacia sus allegados.
Billions Trade Club era la sociedad gancho con la que Galbiati prometía grandes rendimientos a aquellos dispuestos a invertir en el negocio de las criptomonedas.
Las reuniones de reclutamiento se llevaban a cabo en los hoteles más exclusivos de la ciudad de Panamá. En ocasiones, la convocatoria para los más allegados se concretaba en la torre Ocean Business Plaza, en donde mantenía sus oficinas y ofrecía entrenamiento a los mejores prospectos, quienes tenían la misión de reclutar a más personas para el negocio.
Este grupo era conocido como su fuerza de ventas, ya que se encargaba de reclutar a más personas. En otras ocasiones, daba las charlas en su apartamento ubicado en el edificio Grand Tower.
Quienes formaban parte de su fuerza de ventas recibían un 10% mensual de las ventas generadas por cada persona que reclutaran.
Galbiati irradiaba poder y riqueza: llegaba a las reuniones en un Maserati y sus más allegados también tenían autos de lujo.

Las reuniones más privadas eran en una finca que Galbiati poseía en Cerro Azul, una amplia propiedad con piscina y habitaciones en las que se podían hospedar varias personas.
También convocaba reuniones a través de Zoom, YouTube e Instagram para reclutar personas de Colombia, Perú, Venezuela y México, países a los que Galbiati viajaba ocasionalmente para promocionar la plataforma Billions Trade Club.
Para promover la plataforma, utilizaba influencers en redes sociales.
Para comunicarse con sus asociados, Galbiati creó un grupo de WhatsApp con más de 200 personas que habían hecho inversiones en su plataforma.
La estafa
Solo Ramón, Enrique y Mariela invirtieron en la plataforma unos $80,000, dinero del que esperaban recibir grandes ganancias.
Ramón entregó $10,000 de sus ahorros para invertir en Billions Trade Club, mientras que Enrique aportó $50,000 y Mariela entregó $20,000, producto de los ahorros logrados durante años de trabajo, sin haber informado aún a su familia que los perdió.
Todo explotó en julio de 2024, cuando Galbiati dejó de pagar a los inversionistas. Inicialmente, argumentó que existían dificultades con el servidor, que estaba ubicado en Canadá, desde donde operaba la plataforma, pero posteriormente aseguró que no podía pagar porque el dinero fue sustraído.

En ese momento, comenzaron los primeros reclamos de los inversionistas, algunos de los cuales fueron excluidos del grupo de WhatsApp ante la insistencia de recuperar el dinero.
Las reclamaciones se extendieron no solo entre el grupo que realizó sus inversiones en Panamá, sino que también alcanzaron a inversionistas de México, Colombia y Venezuela. Se calcula que el dinero entregado puede alcanzar los $300 millones.
La Fiscalía entra en escena
El pasado 5 de febrero, la Fiscalía Especializada contra la Delincuencia Organizada confiscó 32 propiedades pertenecientes a Galbiati como parte de una investigación que data de enero de 2023.
En esa operación, además de los bienes inmuebles, se decomisaron autos de lujo y equipos informáticos como parte de una investigación en la que también figura Karl Sebastian Greenwood, creador del portal de criptomonedas OneCoin.
De acuerdo con la investigación, Galbiati aparece como testaferro de Greenwood, quien cumple una pena de 20 años de prisión en Estados Unidos.
Fuentes ligadas a las pesquisas explican que Galbiati, luego de su participación en OneCoin, fundó Billions Trade Club, ambos esquemas muy parecidos.
A Greenwood se le condenó en Estados Unidos por haber cometido fraudes por un monto de $4,000 millones a nivel mundial, a través de una estafa realizada con OneCoin.

OneCoin comenzó a operar en 2014 con sede en Sofía, Bulgaria. Comercializaba una criptomoneda fraudulenta con el mismo nombre a través de una red global de marketing multinivel.
Las investigaciones revelan que Galbiati figura en unas 39 sociedades registradas en Panamá, entre ellas Cerro Azul Lago 2 S.A., Cerro Azul Lago 3 S.A., Cerro Azul Lago 4 S.A., Cerro Azul Lago 5 S.A., Denovo 2803 S.A., Denovo 2702 S.A., Denovo 2801 S.A., entre otras.
También aparece relacionado con las empresas Boyavat Enterprises Inc., Sol Marina 23B S.A., Costa Sur Pijao 3-A Corp., Ocean Business Plaza S.A., Grand Bay 3601 S.A., Vista del Mar 24-E., Vista 18 de Inversiones S.A., Riverside 14-F, en las que figura como presidente. En algunas de ellas también aparece Karl Sebastian Greenwood como director y tesorero.
La fiscalía giró una orden de detención internacional contra Galbiati, y el 14 de febrero fue detenido en Italia, según reportes del propio Ministerio Público. Sin embargo, algunas fuentes señalan que este habría sido puesto en libertad, posteriormente.
La fiscalía informó que ha iniciado trámites para la extradición de Galbiati por la presunta comisión del delito de blanqueo de capitales.
La querella penal
Una querella presentada ante el Ministerio Público por unas 19 víctimas de la estafa precisa que Galbiati se presentaba como un experto en inversiones y mercadeo financiero, que supuestamente enseñaba a sus víctimas a operar y generar rendimientos a través de las plataformas de criptomonedas, pero con el paso del tiempo, nunca recibieron el dinero que les correspondía tras la inversión realizada.
En la querella, a la que se espera se sumen más víctimas, se detalla las reuniones convocadas por Galbiati en hoteles y apartamentos de lujo ubicados en Punta Pacífica, a las que acudían cientos de personas que buscaban hacer una inversión y obtener grandes rendimientos de forma casi instantánea.
La denuncia sostiene que se ha puesto en conocimiento del Ministerio Público estos hechos para exigir la responsabilidad penal del indiciado y obtener una indemnización civil por los daños derivados de la actuación delictiva.
Según la querella, las actuaciones de Billions Trade Club iniciaron en 2019 con reuniones convocadas para personas interesadas en invertir en criptomonedas, y que Galbiati era quien gestionaba la apertura de cuentas digitales y realizaba las transacciones en nombre de los inversionistas.
También se menciona que este ciudadano italiano estructuró este esquema de inversiones con el fin de obtener un beneficio patrimonial ilícito en perjuicio de los inversores.
La querella estima el perjuicio económico a los denunciantes en aproximadamente $398,303, cifra que podría aumentar si se suman más víctimas.