A Harry Díaz, magistrados de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, le quedan solo 11 días en el órgano judicial.
El próximo 31 de diciembre culmina su periodo como magistrado de ese tribunal.
Fiel a su estilo de no guardarse nada, Díaz volvió a poner el dedo en la llaga con una frase que consignó en el informe de gestión que dio a conocer ayer viernes 20 de diciembre.
“Esta institución sufre, como muchas otras, de figuras moralmente cuestionadas que lamentablemente se encuentran empoderadas de múltiples puestos claves, y que deterioran aún más la imagen de la misma”, aseguró en el documento.
El informe dice que tomó posesión del puesto el 16 de junio de 2011, en el gobierno de Ricardo Martinelli, momento en que aseguró que recibió 230 casos de la Sala Penal de su antecesor, además de otros 52 procesos correspondientes al pleno, lo que elevó las pesquisas a 282.
Más adelante hace un recuento de los casos que atendió en los siguientes años, y por último narra que hasta el 30 de noviembre de 2019 había resuelto 5 mil 847 expedientes: mil 141 del pleno, mil 357 de la Sala Penal, y 3 mil 349 de la Sala Cuarta de Negocios Generales.
Díaz reemplazó a Abel Almengor, quien renunció como magistrado de la Corte en medio de un escándalo en el que se le acusó de conspirar para sacar del cargo de procuradora general de la Nación, a Ana Matilde Gómez.
Aseguró que al 30 de noviembre tenía 195 expedientes pendientes por resolver, de los que 153 se encontraban fuera de su despacho: en lectura en los despachos de otros magistrados en la secretaría de la Sala Penal, o en trámites secretariales.
En su informe, Díaz también hizo énfasis en la carrera judicial. “Estoy convencido de que cuando se logre la efectiva implementación de la carrera judicial se irá guiando a ese órgano del Estado a contratar a solo personal idóneo para beneficio de la administración de justicia (...)”, manifestó.
En sus ocho años como magistrado de la Corte, Harry Díaz dio titulares por polémicas declaraciones. En una oportunidad dijo que sus colegas vendían fallos y archivaban expedientes.
Entre sus casos sonados figura el haber sido el magistrado fiscal en la causa que inicialmente llevó la Corte a Martinelli por los pinchazos.


