En el derecho anglosajón existen dos tipos de fideicomisos: los revocables y los irrevocables. En esta última categoría se desarrolló un género de fideicomisos, cuya razón de ser era evitar el conflicto de intereses de sus dueños o poner fuera del control de una persona sus propios bienes. Estos son los llamados blind trusts (fideicomisos ciegos).
En un fideicomiso normal, el fideicomitente; es decir, la persona que transfiere parcial o totalmente sus bienes al fideicomiso, imparte instrucciones acerca del uso de dichos bienes, y mantiene el control de las decisiones sobre estos activos. En un blind trust, el fideicomitente no controla sus bienes ni las decisiones sobre el uso de los mismos.
Esta figura se utiliza por muchos políticos o por algunas personas en empresas privadas que manejan mucha información privilegiada. De esta forma, se evita que los fideicomitentes obtengan grandes beneficios en razón de sus cargos. El expresidente de Chile Sebastián Piñera constituyó un fideicomiso “ciego” para mantener sus bienes fuera de su control mientras se desempeñó como jefe de Estado.
Aunque valiosa, la iniciativa fue duramente cuestionada cuando se supo que el 70% de sus bienes quedó excluido. En el caso de las empresas del Grupo Felix Maduro, la solución propuesta para salvar a la firma consiste en el establecimiento de un blind trust en el Banco Nacional, al cual se le traspasarían todas las acciones y créditos a favor del Grupo Felix Maduro.
El fideicomiso gestionaría independientemente los activos, que en caso de liquidación serían distribuidos según el orden de prelación de la ley panameña. Primero, a los trabajadores; luego, a la Caja de Seguro Social; y posteriormente, a todos los otros acreedores del consorcio.
Tanto en caso de liquidación como en caso de ser adquirido este por algún otro grupo, el fideicomiso en el Banco Nacional retendría cualquier pago correspondiente al Grupo Wisa o a su principal accionista hasta que salgan de la Lista Clinton, o una decisión judicial determine otra cosa.