A media mañana solamente hay una persona dentro del parque Los Guayacanes, en Miraflores, Bethania. Se trata de Joaquín Yao, de 16 años, estudiante de quinto año del Instituto Comercial Panamá. Dice que al llegar al colegio, le informaron que no había clases, sin mucho más detalle. Así que Yao aprovechó aquella hora para ir hacia el parque, sentarse en una banca e intercalar entre lectura y el celular.
Asegura que siempre va, ya sea a leer o a estudiar, que vive cerca y prefiere distraerse allí, debajo de la sombra de los árboles inmensos del parque, con el sonido de un riachuelo que lo atraviesa y que resulta ser, ni más ni menos, que el Matasnillo, el río más icónico de la región metropolitana.
El parque Los Guayacanes es administrado por la Asociación Ecológica Los Guayacanes, conformada en su mayoría por vecinos de alrededor del parque. No es de extrañar que sea un residente de una de las casas ubicadas al frente el que se encargue de abrir y cerrar el parque. Si algún visitante llega y ve que el candado está puesto, solo tiene que acudir a la casa de muralla naranja, con un gran cactus, para que le den acceso al lugar.
El curso del Matasnillo
No hay muchas cosas dentro del parque. Hay un puente construido recientemente y un gazebo para eventos. Hay un juego para niños construido con madera. Hay unos cuantos bancos y un sendero -poco mantenido- que lleva hasta una pequeña loma. Aun con estas cuantas cosas, el parque enamora. Se escucha el trinar de las aves, se respira verde. Es un rincón boscoso dentro de una zona residencial en el centro de la ciudad, cerca de dos estaciones de la línea 1 del Metro, con ruidos de construcción y tráfico eterno por doquier.

El parque además colinda con un peñón sobre el que, en su parte baja, está la iglesia San Antonio de Padua, pintada de amarillo, negro y blanco, con unos imponentes arcos y unas escaleras que parecieran infinitas; y en su parte alta, el centro de retiro espiritual Monte Alverna, administrado por la Arquidiócesis de Panamá.
Marcos Martínez, administrador del centro, cuenta que el lugar sirve para quien quiera acercarse a sí mismo. Además, el centro funciona como un pequeño albergue para los animales cercanos, a quienes se les alimenta siempre que se dejan ver. “Tenemos como 50 iguanas que viven en estos árboles y que siempre nos visitan”, dice Martínez.
Zona de maestros
Alrededor del parque también hay otras áreas verdes, principalmente por el trazo que abre el Matasnillo desde uno de sus nacimientos en Villa Cáceres. También está el parque de este barrio, así como el parque de Miraflores y el Heliodoro Patiño.
Dice Yau, el estudiante del Comercial Panamá, que el parque le gusta mucho por su tranquilidad y frescor, aunque a veces está un poco sucio porque algunas personas tiran la basura donde sea o por atrasos del camión que la recoge.
A pesar de lo anterior, confiesa que viene mucho menos de lo que le gustaría, usualmente por las tardes, cuando ya no es el único, y cuando la mayoría de la gente va a pasear al perro, más que a disfrutar del silencio del parque.

