Los indígenas de la etnia ngäbe buglé continúan esperando al presidente de la República, Juan Carlos Varela, para que ordene el “cierre total e inmediato” del proyecto hidroeléctrico Barro Blanco.
Pintados algunos con una delgada línea de color negro en sus rostros, pero divididos por cuestión de liderazgo y creencia, los indígenas han bloqueado esta semana durante dos días la vía Interamericana, a la altura del proyecto y en la entrada del distrito de Tolé, provocando enormes tranques.
Los dos grupos antagónicos, uno, el Movimiento 22 de Septiembre, dirigido por la lideresa del culto Mama Tatda, Clementina Pérez Jiménez, y el otro, Movimiento 10 de Abril, encabezado por la cacica Silvia Carrera, se encuentran distanciados geográficamente, pero con un solo objetivo: demoler el proyecto que lleva un 90% de avance.
El Movimiento 22 de Septiembre pernocta desde hace ocho días en la entrada del proyecto, impidiendo la entrada a los trabajadores; a su vez, el Movimiento 10 de Abril se reúne en la Casa Ngäbe, ubicada en Tolé.
Nos engañaron
“El presidente Varela nos tiene engañados”, afirmó en horas de la tarde de ayer la cacica Carrera, al momento en que despejaban la Interamericana, en un bloqueo que duró una hora y media.
Más temprano, el grupo 22 de Septiembre había cerrado la vía, a la altura del proyecto por 45 minutos, tiempo que le fue concedido por miembros de la Policía Nacional que se apostaron en los alrededores.
Rodilla en el asfalto, los seguidores de Mama Tatda invocaron a su divinidad, para que el proyecto, que aseguran afecta el área adyacente de la comarca Ngäbe Buglé, sea de una vez por todas cancelado.
Esperan a Varela
Ambos grupos reiteraron que el presidente Varela debe ir al área con la decisión de derrumbar las estructuras que se levantan sobre el cauce del río Tabasará, pues no aceptarán ninguna otra propuesta.
En horas de la tarde de ayer, el gobernador de Chiriquí, Hugo Méndez, se presentó a una reunión que sostenían los indígenas del 22 de Septiembre, en la Casa Ngäbe, exhortándolos a seguir participando de la mesa de diálogo, a instancias, según dijo, de Varela, pero los originarios señalaron que analizarían esta iniciativa.
El análisis, afirmó uno de los dirigentes, “puede ser hoy, esta noche o mañana”.
Varela, impasible
En tanto, el mandatario Juan Carlos Varela continuó ayer con su agenda de trabajo y no se dejó presionar por los grupos que se oponen al proyecto Barro Blanco.
Voló a Playón Chico, en la comarca Guna Yala, donde celebró el Consejo de Gabinete y anunció obras de inversión por $50 millones para la más antigua reserva indígena panameña.
Sin embargo, su interés privaba en convencer a las autoridades tradicionales gunas de la conveniencia de construir el tramo carretero Mortí-Mulatupo, ruta apropiada para montar el cable de interconexión eléctrica entre Colombia y Panamá, el cual aportaría 400 megavatios de energía.
Reiteran rechazo
Pese a que los cierres de la vía internacional en el oriente de Chiriquí duraron muy poco, la directiva de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá, que preside Carlos Fernández, reiteró su preocupación, advirtiendo que estas acciones conllevan un costo millonario en pérdida de bienestar para la población, de competitividad para el país y de productividad para los trabajadores y estudiantes”.
Miles de vehículos
El comunicado del principal gremio empresarial precisó que cada hora transitan entre mil 800 y 4 mil 500 vehículos por la citada arteria vial, incluyendo buses colegiales, camiones de mercancía hacia y desde Centroamérica.
Añadió que los productos que provienen de las provincias a la ciudad de Panamá, ambulancias y camiones de bomberos, turistas y trabajadores, y muchos otros que transitan por ella también se ven afectados por esta intransigencia.
Llamado a Genisa
No obstante, el presidente de la Cámara también instó a los concesionarios de Barro Blanco, la firma Genisa, a que por medio de su programa de responsabilidad social encuentre los mecanismos para brindar apoyo a la comunidad.
Para Fernández, sugerir la suspensión de un proyecto que tiene más del 90% de avance es un exabrupto que se aleja de cualquier punto de consenso.
Bajo perfil
A todo esto, el comportamiento de la empresa inversionista Genisa ha sido discreto. Sus comunicados se han caracterizado por ser respetuosos y cautelosos.
Pese a que inicialmente el presidente Varela señaló que se les quitaría la concesión para que otra empresa continuara la obra, Genisa ha estado dándole espaldarazos al mandatario en su planteamiento de buscar el diálogo y su llamado a la paz social.
No obstante, ha insistido en que desde la adjudicación de la concesión para construir la represa, en 2007, hasta la fecha, las obras de Barro Blanco no han incursionado en territorio comarcal, tal como lo señalan algunos dirigentes indígenas.
Genisa sostiene que el 100% de las obras civiles se realiza en propiedad privada en el distrito de Tolé, y reiteró que cumple los compromisos establecidos en el estudio de impacto ambiental.
Invocaciones
Muchos pasajeros que pasan por el área se preguntan de dónde sacan los ngäbes resistencia para mantenerse bajo el sol en su protesta.
Los que están apostados en la entrada del proyecto oran en círculo casi todo el día. Cuando lo hacen elevan sus brazos al cielo y cantan sus plegarias a Mama Tatda. Mientras lo hacen, la policía comarcal o bukodai, con un tolete en la cintura, custodian a los danzantes.
Un sector que ha perdido beligerancia desde que su dirigente Ricardo Miranda viajó becado a Israel, es el Movimiento 10 de Abril, pese a que abraza la causa.
En tanto, a lo interno de la Casa Ngäbe pintan sus pancartas con aerosol, en telas de color blanco, verde y rojo. “La lucha es de todos, aunque es cierto, estamos divididos”, señaló tímidamente un miembro del grupo 22 de Septiembre