Ordenaron desaparecer documentos sobre bolsas de comida en el PAN

Ordenaron desaparecer documentos sobre bolsas de comida en el PAN




Siete días después de las elecciones generales del 4 de mayo de 2014, funcionarios del Programa de Ayuda Nacional (PAN) desaparecieron cualquier prueba que los conectara con los millonarios contratos para la compra de bolsas de comida, elementos con los que políticos del entonces oficialista Cambio Democrático (CD) sumaron votos.



Así lo confirma la declaración del exjefe de Almacén del PAN Edwin Serracín, quien narró que una semana después de las elecciones recibió una llamada de Abraham Williams –asistente del entonces director del PAN, Rafael Guardia Jaén–, quien le ordenó que recogiera todas las cajas donde estaban las actas de entrega de las bolsas de comida. Le dijo que un vehículo pasaría a recogerlas.



Serracín contó que ese carro apareció en horas de la noche y que no tenía ningún letrero o elemento que lo distinguiera como un vehículo oficial.



La falta de actas originales que debían reposar en los archivos del PAN fue una de las anomalías que detectaron peritos de la Contraloría en una auditoría forense, tras la que se calculó un desfalco al Estado por $33.2 millones a raíz de los contratos para la compra de bolsas de comida a través del PAN durante el gobierno de Ricardo Martinelli.



Para elaborar el informe de dicha auditoría, y en vista de los pocos documentos, los auditores tuvieron que acudir al departamento de Adquisiciones del PAN, donde se les indicó el procedimiento para el trámite de las órdenes de la compra, y además recopilaron testimonios de exfuncionarios de la entidad, que aclararon cómo se otorgaban los contratos.



Esta auditoría es uno de los elementos principales en los que se apoya la investigación que sigue la Fiscalía Cuarta Anticorrupción, a cargo de Ruth Morcillo, por las supuestas irregularidades en la compra de bolsas de comida.



La investigación determinó, además, que se elaboraron actas de entrega [de bolsas de comida] con firmas alteradas, falsificadas, y en otros casos, la documentación ya tenía la cantidad de mercancía y la firma del proveedor. Solo faltaba la firmaba del almacenista, algunos de los cuales declararon a la fiscalía que no les constaba la recepción de la mercancía.



Jean Carlos Asprilla, uno de los entrevistados por las autoridades y quien fungía como almacenista, dijo, por ejemplo, que su firma no es la que aparecía en una de las actas de entrega de mercancía [una de las pocas halladas por las autoridades].

“A fin de corroborar dicha información, procedimos a solicitar una evaluación técnica, en cuyo resultado se determinó que, en efecto, no corresponde al señor Asprilla”, aclaró la Contraloría.



NO CONSTA LA ENTREGA



En la compra de bolsas de comida, la polémica institución gastó más de $30 millones, negoció que le aportó millones a tres empresarios y al propio Guardia Jaén; sin embargo, no se tiene certeza si toda esa millonaria compra fue recibida.



La entidad fiscalizadora de las finanzas públicas manifiesta en su reporte que a pesar de que el almacén [del PAN] utiliza un sello que certifica la recepción de los bienes, “no se observa en la factura dicho sello, en donde conste el recibo conforme”.



También se revela que el proveedor presentó facturas fiscales por el monto total de la orden de compra, pero en ese documento solo decía “suministros”, condición que, de acuerdo con la Contraloría, resta credibilidad e integridad a la información.



LOS BENEFICIADOS



Todas estas irregularidades permitieron que los comerciantes Roberto Carretero, Juan Carlos Marciaga y Carlos Caneto Araúz engordaran sus cuentas bancarias con los millones lucrados con el PAN.



De acuerdo con lo que pudo investigar la Contraloría, con la venta de bolsas de comida que hizo al PAN, Carretero acumuló al menos $3.5 millones.



Mientras que Marciaga ganó al menos $6.8 millones y Caneto Araúz pudo recoger $6.7 millones. A Marciaga y Araúz se les aprendió $2 millones a cada uno. A Carretero, por su lado, se le confiscó $1 millón.



La venta de bolsas de comida no fue el único negocio de este trío con el PAN. Marciaga, por ejemplo, fue el principal proveedor del programa Piso y Techo. Araúz ganó millones con la venta de mochilas y Carretero vendió juguetes, bicicletas, entre otros objetos.

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