Viniste a enseñarnos los verdaderos valores de la vida. Nos hiciste reír y apreciar que la grandeza está en lo simple.
Haber tenido el privilegio de compartir contigo fue un bálsamo que esta vida nos permitió.
Siempre te llevaremos en nuestro corazón, recordaremos tu serenidad, la bondad inmedible de la que fuiste ejemplo, y no cabrán en nuestra memoria tantos momentos maravillosos compartidos.
Nos quedó tu sonrisa, como una hoja al viento ligera y silenciosa, tan auténtica y pura que nos abrazará siempre.
¡Gracias por tu amistad!
Tu amiga Lucero Maldonado y todos tus compañeros de la revista K y La Prensa que tuvimos el honor de conocerte.
Nuestras condolencias a tus padres: Keiji Karasawa y Luz María de Karasawa.