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La OMS enfrenta un enemigo peor que la pandemia

La OMS enfrenta un enemigo peor que la pandemia
El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, habla con el consejero federal suizo Alain Berset (C) y el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta (Der.) durante la inauguración de la 75.ª Asamblea Mundial de la Salud del organismo. AFP.

Del 22 al 28 de mayo se efectuó en Ginebra, Suiza, la 75ª Asamblea Mundial de la Salud, es decir, se reunieron la gran mayoría de las 194 delegaciones nacionales como parte de la autoridad suprema de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Una reunión internacional de semejante nivel para el tema sanitario debería ser una noticia sumamente positiva para el mundo, sin embargo, en redes sociales, cadenas de Whatsapp y en otros medios se ha venido señalando que en esta asamblea de los miembros de la OMS el organismo iba a pedir poderes extraordinarios para declarar una pandemia y crisis sanitarias en los países miembros y adoptar medidas restrictivas que violen la soberanía nacional y las libertades civiles de los habitantes de esas naciones. Los mensajes de ataques han surgido de una combinación de antivacunas, grupos religiosos, antiglobalistas y conspiranoicos de todo corte.

Una guerra velada

La OMS fue la entidad líder en la erradicación de la viruela del planeta, así como en el combate contra la polio, la malaria, la fiebre amarilla, y una multiplicidad de otras enfermedades y situaciones que afectan la salud.

El 17 de mayo de 1990, la OMS declaró que la homosexualidad no era una enfermedad mental y la retiró de su catálogo de padecimientos que requerían algún tipo de tratamiento o terapia. Esto le granjeó a la entidad la enemistad declarada de numerosos sectores conservadores.

La agenda de trabajo de la OMS incluyó, como parte de su enfoque principal a las enfermedades no transmisibles, lo que significó una mayor atención a padecimientos como el cáncer, la diabetes, la hipertensión, y las enfermedades mentales, entre otras. La razón de esta acción estratégica radica en que más personas mueren y están afectadas por enfermedades no transmisibles en el mundo, que por enfermedades contagiosas.

La OMS atacó frontalmente a la industria tabacalera, a las bebidas azucaradas, a la comida chatarra, y a los productores de bebidas alcohólicas. Todos estos elementos tienen fuertes vínculos causales con las enfermedades no transmisibles.

El sida, un parteaguas

Aunque se trata de una enfermedad contagiosa, los esfuerzos de la OMS para prevenir y atender a la epidemia de sida han sido muy exitosos, pero a la vez muy controversiales para los sectores conservadores opuestos a la planificación familiar, la educación sexual, a la entrega de preservativos.

A pesar de estas fuerzas la OMS supo articular alianzas con gobiernos, empresas privadas, otros organismos internacionales y entes filantrópicos para combatir al sida. Precisamente en la lucha contra el sida, la OMS se alió con uno de los más importantes filántropos de la actualidad, el empresario estadounidense Bill Gates, fundador de la compañía Microsoft. La participación de Gates con el financiamiento y el liderazgo internacional para enfrentar el sida y a la malaria, aceleró muchísimas acciones con resultados favorables.

Una pandemia, dos mundos

El surgimiento de un contagio en Wuhan, China, a finales del año 2019 se convirtió en la presentación en sociedad del virus Sars Cov-2 mejor conocido como covid-19. El 11 de marzo del año 2020 la OMS declaró la pandemia de covid-19.

Los más variopintos movimientos conspiranoicos aparecieron, principalmente en los países desarrollados, demeritando el fundamento científico de las medidas sanitarias, así como de la propia pandemia. Es claro que mucha inspiración recibieron estos movimientos de parte del entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

Este mandatario confundía a la opinión pública con mensajes ambivalentes, mientras que las tibias acciones de su gobierno dejaron una profunda huella en la cultura estadounidense. Cuando en tiempo récord la industria farmacológica estadounidense le pudo presentar al mundo tres distintas vacunas contra la covid-19, el propio presidente Trump alimentó las ideas y nociones que se convirtieron en los pilares del movimiento antivacunas.

Entre los inoculantes producidos por estas empresas está la vacuna de la compañía Moderna, una iniciativa que contó con financiamiento de Bill Gates. Los memes, cadenas de mensajes, artículos impresos, y comentarios de radio y televisión, empezaron a mencionar la conexión Gates con la vacuna de Moderna, agregando que dicho fármaco podría contener un microchip con el cual se iba a controlar el comportamiento de los vacunados. Todo lo cual es falso.

Con la aparición de vacunas contra la covid-19 la OMS asumió una posición contraria a la política de la mayoría de los países desarrollados que procedieron a acumular vacunas en exceso para su población, en vez de compartirlas con los países más pobres. Adicionalmente, la OMS fue el foro en el que se propuso abrir las patentes de las vacunas para que más países pudieran producirlas, actitud que no fue muy popular con las grandes empresas farmacéuticas propietarias de las vacunas.

La 75ª Asamblea Mundial de la Salud

La agenda del evento que empezó el domingo 22 de mayo y concluye hoy sábado 28 de mayo, está cargada de informes burocráticos, auditorías presupuestarias, decisiones administrativas, y un puñado de declaraciones políticas relativas a las enfermedades no transmisibles, al polio, al sida, y a la propia pandemia de covid-19. Uno de los mecanismos en discusión pretende que sea más fácil enfrentar una pandemia mejorando la capacidad de respuesta y creando indicadores objetivos que permitan a la OMS enfrentar estas amenazas. Los instrumentos a su disposición son limitados y semejante decisión es un ritual diplomático complejo. Si la OMS no puede reaccionar con rapidez para poder enfrentar el próximo brote de covid-19 o algo parecido, miles de millones de vidas estarán en peligro.

Cualquier modificación a los convenios existentes de la OMS requiere la votación favorable de los dos tercios de sus países miembros y además que cada país ratifique esa modificación de acuerdo con sus normas constitucionales. En el caso de Panamá, esto debe ser aprobado por la Asamblea Nacional. No hay forma de que la OMS se robe la soberanía de algún país, o que en Ginebra se haya conformado un gobierno mundial a espaldas de los ciudadanos, y de las instituciones.


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