Es el papa de los puentes. Pero las dotes diplomáticas de Francisco han encontrado un escollo difícil de pulir en la grave situación de Venezuela. Su habilidad para tejer acuerdos en otros asuntos de la geopolítica mundial ha quedado arrinconada entre la instrumentalización del gobierno de Nicolás Maduro y las críticas a su gesto, considerado demasiado templado por parte de algunos sectores de la oposición. Al menos hasta ahora.
En este contexto, la reunión de este jueves 8 de junio de 2017, en el Vaticano, con una delegación de obispos de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) es especialmente importante.
“El Papa está conmovido por las personas que sufren en Venezuela y no está con el Gobierno. Estoy seguro de que no nos dejará solos”, declaró con convicción, en conversación con La Prensa, el presidente de la CEV, Diego Padrón.
Desde que, a finales de marzo pasado, el Tribunal Supremo de Justicia invalidase -a través de dos fallos- la inmunidad de los diputados y traspasara las competencias de la Asamblea Nacional al Ejecutivo -que luego restituyó parcialmente-, el país vive inmerso en jornadas de protesta consecutivas que han sido reprimidas a diario por las fuerzas del orden, así como en disturbios y saqueos.
Mientras, la crisis institucional y el choque de poderes vivirá un nuevo capítulo el próximo 30 de julio, cuando el Consejo Nacional Electoral ha dispuesto las elecciones para elegir a los constituyentes que redactarán una nueva Constitución, luego de que el presidente Nicolás Maduro convocara a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
La fiscal general Luisa Ortega Díaz ya ha reclamado la nulidad de la convocatoria a una ANC, por considerar que vulnera el derecho de los venezolanos al sufragio y la soberanía constitucional, entre otros aspectos. Todo ello, agravado por la feroz represión contra todo síntoma de oposición en las calles, que según cifras oficiales del Ministerio Público ha dejado a la fecha 67 personas muertas, entre ellas seis menores de edad y 24 jóvenes de entre 18 y 28 años.
“Estamos viviendo la misma tragedia que vive el pueblo”, comentó Padrón sobre los ataques a la población civil. “Las manifestaciones no son solo de partidos políticos, sino que toda la ciudadanía ha protestado, incluso los chavistas, porque todos tienen las mismas necesidades”, destacó.
Los obispos de Venezuela aprovecharon el encuentro cara a cara con el papa para entregarle un informe en el que listan 70 fallecimientos -tres más que la cifra oficial- durante las protestas de los dos últimos meses y con las dramáticas cifras de la crisis humanitaria que atraviesa el país.
“Entre abril y julio del año pasado, de 300 personas que acudían a solicitar medicinas se pasó a mil. Hacemos lo que podemos en las parroquias con donaciones particulares y viajeros que están dispuestos a traernos maletas con medicamentos. Es una situación muy difícil hasta para explicar: el gobierno, finalmente, parece haber dado la aprobación para la llegada de ayuda humanitaria, en teoría, pero con tantas las condiciones, ahora exige un historial de cada medicina, un seguimiento de la procedencia y destino de cada frasco, si fueran pocos se podría hacer, pero cuando hablamos de centenares se vuelve imposible”, explicó a este respecto.
Además, denunciaron que el Gobierno de Maduro está lanzando “propaganda incendiaria” para “hacer creer que hay una distancia entre los obispos venezolanos y la Santa Sede”. “Es una táctica de división del régimen”, especificó.
La puerta al diálogo a través de una nueva mediación de Francisco no está completamente cerrada, pero para la iglesia de Venezuela las condiciones son claras. “La palabra diálogo en Venezuela está muy devaluada. En caso de que se quisiera retomar esto, se deberían respetar cuatro puntos fundamentales: apertura de canal humanitario, elecciones generales, libertad de los presos políticos y respeto a la Asamblea Nacional”, destacó Padrón, un petitorio al que aluden los líderes opositores cada vez que se habla de sentarse a dialogar.
De hecho, tras el fracaso de la mediación de los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá) y Leonel Fernández (República Dominicana) en 2016, bajo el auspicio de la Unión de Naciones Suramericanas, los líderes opositores no hablan de diálogo sino de negociación de una salida pacífica, democrática y electoral.
En definitiva, para Padrón, la solución pasa porque el Gobierno admita que sus políticas “son erradas” y que se reconozcan “las necesidades del pueblo”.
En este sentido, consideró que el papa Francisco, además de cumplir su papel pastoral de ofrecer “palabras de consuelo al pueblo”, tiene “un gran radio de acción internacional”. “Tiene fuerza moral para hablar a los Gobiernos y nos va a ayudar así”, aseguró Padrón.
El Vaticano no suele ser muy prolijo en información cuando se trata de asuntos de Estado y no comentó nada tras el encuentro. Habrá que esperar a la próxima mención pública sobre la situación de Venezuela para averiguar si ha cambiado la hoja de ruta en la diplomacia de la Santa Sede.
