Define la crisis migratoria en el tapón de Darién como el “infierno en la tierra” para miles de personas que han usado esta peligrosa ruta para llegar a países como Estados Unidos y, en menor proporción, a México y Canadá.
En entrevista con La Prensa, la directora del Servicio Nacional de Migración, Samira Gozaine, detalló cuánto le ha costado al Estado el tránsito de migrantes durante los últimos cuatro años por Darién y cómo el crimen organizado se está beneficiando del tráfico de personas.
Actualmente, están cruzando por día entre 800 y mil migrantes, pero lo que más le inquieta a Gozaine es el aumento de menores de edad en la selva. En todo el año 2022 contabilizaron 39 mil 367 niños, pero este año (que no va ni por la mitad) ya han reportado 33 mil 868.
“La migración por Darién no es desplazamiento por hambre o guerra, sino porque los han engañado. Lo que ocurre allí es el infierno en la tierra”, dijo la directora de Migración, quien agregó que este año han muerto 27 migrantes y rescatado a 886 personas en la selva.
¿Por qué tanta migración por el Darién entre Colombia y Panamá?
Hemos llegado a la conclusión que es un negocio rentable para un grupo de personas que se ha salido con la suya. La política de movilidad humana de los organismos internacionales que obliga a las naciones a permitir este paso en un corredor humanitario ha sido aprovechado por el crimen organizado. Es más rentable traficar un ser humano que droga. Nosotros lo hemos perseguido, pero es un tema complejo. Más de 600 mil personas han pasado por Panamá desde 2019 y cada uno paga en Colombia alrededor de $900. Si lo multiplicas verás que es un gran negocio, del cual se aprovecha el crimen organizado.
¿Cuál fue su primera impresión de la crisis migratoria en Darién?
Yo pensé que si hay un infierno en la tierra, ese era. No solamente por el calor, la pobreza, las circunstancias en las que viven, sino por la forma en la que llegaban estas personas a la frontera. Entonces creo que es el infierno en la tierra, porque a estas personas se les miente. Ellos han dicho que los tratantes les dicen que solo son dos días de camino, así que traen comida solo para dos días y muchos llegan muertos de hambre. Hemos tratado de aumentar las capacidades para poder darles esa atención médica y alimentos.
¿Qué ha cambiado en los últimos años?
Primero que nada, se tomó la decisión, por las medidas cautelares de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de que había que darles alimentación. Otra cosa: el agua, que era lo primordial, logramos con Naciones Unidas iniciar un proceso de potabilización. Era agua que ellos iban a tomar, entonces teníamos que estar seguros de que cumplía con los requisitos. También antes no había un centro de salud, pero ahora podríamos decir que existen los paramédicos del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront).
¿Cuántos migrantes están pasando luego que Estados Unidos estableciera medidas más estrictas?
El año pasado entraron 250 mil personas y en todo lo que va de 2023 ya llevamos 171 mil 544. El año pasado, con relación a los niños, que era lo que estaba viendo y que me impactó muchísimo, pasaron 39 mil 367 y este año ya llevamos 33 mil 868 niños. El grupo mayor tiene entre 2 y 11 años de edad. Lo que más vimos la semana pasada fue a madres con bebés de meses en la selva y allí te das cuenta de que no es un desplazamiento por guerra o hambre, sino en busca de un mejor futuro para sus hijos.
¿Cuál es la proyección de migrantes que podría atravesar este año Darién?
Creo que podríamos superar la cifra de 400 mil. Es impresionante porque imagínate que cuando yo ingresé a la entidad en 2019, la crisis que se había tenido era con solo 16 mil. Si no fuera por Senafront, que apoya con 400 agentes, nosotros tendríamos una crisis real en Darién.
¿Qué hay de cierto que están vendiendo niños en la selva o que son usados como moneda de cambio?
El problema es que estos son testimonios de las personas. No nos consta, no tenemos nombres, no sabemos quiénes han sido y más bien son relatos. Antes, tú veías que los haitianos no traían tantos niños; ahora sí. Al final, no sabemos si es verdad, cuál es el relato que vale o pesa, pero lo que sí te puedo decir es que están extremadamente afectados estos niños que pasan por ese trauma tan grande de la selva. A mí no me cabe la menor duda de que esa es la realidad y que no hay nada humanitario en permitir a estas personas que sigan transitando así. En 2023, hemos rescatado a 145 personas en la selva y han muerto 27, pero nos han dicho que hay más, aunque no podemos ingresar a ciertas áreas de la selva.
¿Cómo trafica el crimen organizado a los migrantes a lo largo de la selva?
Hay reportes de inteligencia que estas cuadrillas que trabajan para el Clan del Golfo, en el Darién, del lado de Colombia, se dedican a abrir trochas para hacer veredas con cemento para llevar a los migrantes en vagones de pequeños trenes. Nos están abriendo la selva y aunque es el lado colombiano, eso implica que de alguna manera la apertura impactará en Panamá. Antes había una sola ruta por la que los migrantes pasaban en fila india, pero ahora son varios caminos en la selva.
¿Qué es lo que más le impresiona de este drama humanitario?
Lo que más impresiona es el desapego que tienen estas personas con sus hijos. No te puedo decir que todos, pero sí una buena parte. Toda la situación es desgarradora, pero también están los que mueren. Un haitiano llegó hace un mes con una niña de dos años que había encontrado dormida, al lado del cadáver de su mamá, en la selva. Él recogió los papeles y se los trajo junto con la niña y nos entregó a la niña.
¿Cuál es su opinión de los cuestionamientos que recibió luego del accidente del autobús en Chiriquí, en el que murieron 40 migrantes?
Por un tema de seguridad nacional, se determinó que era mejor que los autobuses fueran hasta el albergue a recogerlos. Estos buses son concesionarios que tienen una licencia para dar el servicio por parte de la Autoridad de Tránsito. Lo que nosotros tratamos de hacer es organizar y acompañar, porque también teníamos denuncias de que los migrantes se quedaban en el interior del país o ingresaban a las tiendas y no pagaban lo que consumían. Yo no creo que exista ningún tipo de responsabilidad por parte de nosotros en el accidente. Sufrimos mucho y ese día fue muy trágico. El procurador de la Administración [Rigoberto González] considera que existe responsabilidad por parte de nosotros. Inclusive, si la ley considera que he cometido alguna infracción, estoy dispuesta a pagar, ya sea por mi omisión o lo que sea, considerado que yo hice mal.
¿Por qué pareciera que Panamá se ha quedado solo en la atención de este fenómeno migratorio?
Sí es verdad, porque si tú ves, todos los países lo dejan pasar y nadie los organiza. Nosotros hemos destinado en los últimos años unos $65 millones. Estados Unidos nos ha cooperado con entrenamiento, capacitación y asegurarnos que tengamos una ruta segura. En el caso de Colombia, tienen una situación inestable y ellos allá no ven una situación dramática, porque los migrantes llegan sanos y salvos a Colombia.
¿Qué opina del centro de recepción de migrantes que Estados Unidos espera establecer en Colombia?
Si lo hacen como México, podría funcionar, es decir, que esperan mientras pasan los filtros, pero eso tomará su tiempo. Nosotros no hemos hablado de la contaminación en el Parque Nacional Darién y el daño ambiental en la zona es preocupante. Hay basura, contaminación y cadáveres en los ríos.
¿Cuánto se ha destinado y en la atención de esta crisis migratoria?
Como dije, son unos $65 millones aproximadamente entre todas las instituciones desde 2019. No te lo puedo dar por año, porque eso depende de los gastos y la cantidad de personas que ingresan por la selva. Por ejemplo, un año ingresaron 133 mil, al año siguiente 250 mil y ya vamos por 172 mil. Esto incluye gastos de alimentación, salarios del personal, agua, luz, recolección de desechos, transporte del personal, viáticos, insumos para las estaciones temporales como catres, sábanas, colchones, mobiliario y equipo de oficina, modulares, letrinas, salud y medicamentos. Allí no están los gastos del Ministerio de Salud, Senafront, Servicio Aeronaval y demás. También incluye horas de vuelo que hemos utilizado para los rescates de los migrantes y el traslado del personal al área.
¿Cuál debe ser la hoja de ruta para atender este fenómeno: cerrar la frontera o la vía diplomática?
Yo pienso que hay que seguir con las gestiones diplomáticas, porque se trata de un tema regional. Por ejemplo, Brasil y Chile tienen políticas de cielo abierto y permiten que todos los migrantes lleguen. Ellos deben manejar mejor este tema, porque afecta a los demás países. Pero lo más importante es que los organismos internacionales deben entender que el concepto de movilidad humana no aplica, ya que aquí no hay nada humanitario y le estamos haciendo un favor al Clan del Golfo, en el tráfico de migrantes. Cerrar Darién es imposible por su extensión y nuestra propuesta es que los países que cerraron la frontera durante la pandemia de la covid-19 lo hagan nuevamente y que nos sentemos los países a conversar de qué manera se les puede dar un mejor futuro a estas personas. Solo el 0.01% de ellos [los migrantes] se quieren quedar en Panamá, pero hay que atender este tema de una forma regional.