Sabrina Sin Censura: el tamal de Trump



Ya éramos muchos y Trump parió su amenaza de tomarse el Canal. Si en su primer periodo mandó al secretario de Estado Mike Pompeo a decir que Panamá debía abrir los ojos con China, en este empezó con amenazas directas de adueñarse de la vía interoceánica. La diferencia entre el Trump de 2016 y el de 2024 es notoria: ahora es más revanchista, no tiene casi contrapesos y ha reemplazado a las figuras experimentadas de su primer término por personas alineadas a sus intereses y visión del mundo.

Como en un tamal navideño, el mandatario electo mezcló varios ingredientes: la supuesta estafa a la que está siendo sometido su país con tarifas “injustas”, la advertencia de que el Canal puede caer en manos chinas y su obsesión personal con el tema. Condimentó la receta con mentiras, como los 38 mil norteamericanos muertos en la construcción de la vía y la presencia de soldados chinos en la misma. Finalmente, amarró el tamal con el hilo nacionalista de “Estados Unidos primero”.

Aquí el método es el mensaje: la utilización de falsedades e hipérboles para atraer la atención a un tema −y desviarla de otros− y la intimidación como herramienta de negociación. Panamá no es el único blanco de las recientes embestidas. Nos acompañan Canadá, México y Groenlandia. Con la excepción del primer ministro canadiense, todos los líderes políticos −incluido José Raúl Mulino− han respondido con firmeza a sus embates verbales. Parece que mostrar debilidad frente a Trump solo conduce a más humillaciones y presiones.

¿Qué quiere Trump en el caso de Panamá? Es claro que la única forma de recuperar el Canal sería con una invasión militar, lo que no tiene sentido para un mandatario que prometió acabar guerras y no empezarlas. Más probable es que quiera llegar a un acuerdo para que Panamá reciba a los migrantes que deportarán, que exija poner freno a las inversiones chinas, que pida alguna concesión o que anhele todas las anteriores. Y es que si de abaratar los costos del comercio marítimo se tratara, lo lógico sería que amenazara a los hutíes, cuyos ataques a barcos comerciales en el Mar Rojo han contribuido a la subida global de precios.

Como embajador nominó a Kevin Marino Cabrera. Un joven comisionado de Miami-Dade, hijo de exiliados cubanos, que ha sido una ficha leal en Florida del movimiento MAGA. De ser ratificado por el Senado y recibir el beneplácito del gobierno nacional, será el mensajero de las verdaderas intenciones del presidente norteamericano. Panamá debe ponerse los pantalones largos para administrar una relación bilateral que comienza con una inesperada hostilidad.

El Mulino que hemos visto defendiendo la soberanía del Canal y contestando con hechos las mentiras de Trump es distinto al que continúa diciendo, en alusión al plan de vuelos de repatriación, que la verdadera frontera de los Estados Unidos está en Darién. Los tiempos no están para esas, ni para ninguna otra cesión gratuita.

Y es que en una extraña coincidencia, el mismo fin de semana que empezó la arremetida de Trump, apareció el CEO de First Quantum pidiéndole apoyo para reabrir la mina de cobre. Ese tema queda en remojo hasta el próximo año, pero aprovecho los aires patrióticos que soplan para recordar que las pretensiones de la empresa minera fueron descritas por varios conocedores como un nuevo enclave colonial.


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