El ultraderechista Jair Bolsonaro, favorito en las encuestas, a través de internet y su rival de izquierda, Fernando Haddad, desde la favela: en la víspera de la votación, los candidatos a la presidencia de Brasil lanzan este sábado los últimos guiños al electorado.
La balanza parece inclinarse a favor de Bolsonaro, un excapitán del Ejército nostálgico de la dictadura, partidario de liberar el porte de armas, que afirma poder "limpiar" a Brasil de la corrupción, la inseguridad y el "comunismo".
La otra opción de los brasileños es Haddad, el delfín del encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que promete devolverles a los años dorados de bonanza económica comandados por el Partido de los Trabajadores (PT).
La última encuesta de Datafolha muestra al ultraderechista con el 56% de las intenciones de voto, contra 44% del exministro de Educación.
Haddad, de 55 años, fue designado candidato en septiembre, en reemplazo de Lula, que purga desde abril una pena de 12 años de cárcel por corrupción, en el marco de la operación "Lava Jato" que golpeó de lleno a grandes figuras del PT y sus aliados.
El exalcalde de Sao Paulo (2012-2016) obtuvo en la primera vuelta el 29% de los votos, frente al 46% de Bolsonaro.
Fuerzas políticas de centro-izquierda y activistas dentro del propio partido han criticado al PT por no haber hecho un 'mea culpa' por sus errores y haberse alejado de las clases populares, impidiéndole a Haddad formar un "frente democrático" para el balotaje.
En su último acto de campaña, el exministro de Lula realizó una "caminata por la paz" en Heliópolis, una de las mayores favelas de Sao Paulo. Varios centenares de seguidores lo acompañaron por las estrechas callejuelas de la barriada, en clima de fiesta y vestidos de blanco.
"La población está tomando conciencia del salto a lo desconocido que significa la candidatura de Bolsonaro. (...) Nos están queriendo vender gato por liebre, una persona truculenta por una persona pacífica", afirmó rodeado por una nube de periodistas.
"La virada (remontada) vendrá. Brasil está despertando", añadió.
El optimismo entre sus militantes aumentó sobre todo después de conocerse el apoyo del expresidente de la corte suprema Joaquim Barbosa, extremadamente popular entre los brasileños por ser el primer negro que encabezó el máximo tribunal del país, además de conducir el juicio del "mensalao", el primer gran escándalo de corrupción que puso en aprietos al partido de Lula en 2005.
"Por primera vez en 32 años de ejercicio directo del voto, un candidato me inspira miedo. Por eso, votaré a Fernando Haddad", tuiteó en la mañana Barbosa.
Emerson Santana, vecino de Heliópolis de 44 años, marchaba junto al candidato del PT y se mostraba emocionado.
"Ya viramos, vamos a ganar, la democracia va a ganar, no el militarismo. La dictadura de nuevo, no. Brasil no precisa armas, sino proyectos sociales", dijo a la AFP.
Pero el espíritu de remontada de Haddad sufrió un nuevo golpe al comienzo de la tarde, cuando el centroizquierdista Ciro Gomes -tercer colocado en la primera vuelta con 12,47% de los votos-, acabó con sus esperanzas de recibir al final su respaldo explícito, considerado clave para llegar al domingo con opciones.
"Claro que todo el mundo prefería que yo, con mi estilo, tomase un lado y participara de la campaña, pero no quiero hacer eso por una razón muy práctica que no quiero decir ahora", afirmó Gomes en un video publicado en sus redes sociales, donde anuncia únicamente que votará "contra la intolerancia".
Mientras, Bolsonaro daba los últimos pasos de su campaña desde su casa, en Rio de Janeiro, como viene haciendo desde que fue apuñalado en un mitin el 6 de septiembre y pasar tres semanas hospitalizado.
El ultraderechista lamentó no estar cerca de la gente "por limitaciones médicas", y pidió a sus seguidores que no dieran por cerrado el pleito.
"Confiamos y escuchamos a Brasil. RECUERDEN, NADA ESTÁ GANADO [aún]. Fuerza hasta el fin", tuiteó.
Famoso por su retórica exaltada, nutrida de comentarios machistas, racistas y homófobos, Bolsonaro ha intentado moderar el tono en las últimas horas, procurando alejar el temor de que su gobierno, que tendría una presencia destacada de militares, podría significar un regreso a los años sombríos de la dictadura (1964-1985).
Algo que no parece preocupar a sus seguidores, que este sábado realizaron una caravana para apoyarle en Sao Paulo.
"Vine porque quiero a Bolsonaro presidente. Trabajamos mucho para conseguir limpiar Brasil, y sacarlo de las manos de los comunistas, y ahora lo estamos consiguiendo", contó satisfecho Dorival Andrade, cuyo auto formaba parte de la expedición de unos 500 vehículos que hicieron ondear sus banderas nacionales por el centro de la ciudad.