Casa por casa, los bomberos inspeccionaban este jueves 31 de agosto decenas de miles de viviendas en Houston en busca de cualquier persona que haya quedado varada en medio de los estragos causados por la tormenta Harvey.
Entretanto, un apagón en una planta química desató explosiones que llevaron a las autoridades a pedir a la ciudadanía a que tome medidas de precaución por los riesgos a la salud pública.
Los bomberos también estaban atentos a la sombría posibilidad de hallar más muertos, lo que elevaría el saldo de víctimas fatales, actualmente de 31.
Advirtieron de que podría tomar hasta dos semanas registrar todos los vecindarios, ya que en algunos lugares el agua tiene una profundidad de 1.20 metros (4 pies). A medida que cedían las aguas en Houston, la posibilidad de daños graves se trasladaba a una región cerca del límite entre Texas y Luisiana.
Los incendios y las dos explosiones en la planta química de Arkema, al noreste de Houston, despidieron una llama de entre 9 y 13 metros de altura (entre 30 y 40 pies) y una nube espesa de humo negro.
Inicialmente, la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) dijo que el humo era “sumamente peligroso”, pero luego se retractó, admitiendo que había emitido esa calificación por precaución extrema.
Un análisis del humo efectuado por la FEMA demostró que no hay amenaza para la salud pública, dijo la agencia.
En Houston, las averiguaciones más recientes indican que la tormenta y las subsiguientes inundaciones destruyeron casi 7 mil viviendas y causaron daños graves a más de 37 mil, según el Departamento de Seguridad Pública de Texas.