Centenares de seguidores del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva llegaron este martes a Curitiba (sur) para apoyar al líder izquierdista durante su esperado cara a cara con el juez Sergio Moro, que le interrogará el miércoles 10 de mayo por una de sus acusaciones de corrupción.
La llamada "capital de la operación Lava Jato" reforzaba la seguridad alrededor del juzgado, ante posibles manifestaciones de partidarios y adversarios del exmandatario (2003-2010) de 71 años de edad, que lidera las intenciones de voto de las elecciones presidenciales de 2018 al tiempo que concita los mayores índices de rechazo.
Los defensores de Lula, con camisetas y banderas rojas del Partido de los Trabajadores (PT), llegaban en autobuses o en avión desde todo Brasil. Sólo desde Sao Paulo salieron 100 buses, dijo a la AFP el Frente Brasil Libre, que reúne a varios movimientos sociales.
"Vinimos porque entendemos que el proceso contra Lula está viciado y es necesario demostrar que el pueblo está atento, que el pueblo está observando", dijo Jo Portilho, trabajadora de un banco de 54 años años de edad, que tomó un avión desde Río para llegar a la capital de Paraná.
A su lado, integrantes del denominado Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra empezaban a instalarse en improvisadas carpas, donde pasarán la noche a la espera del inicio del juicio previsto a las 2:00 p.m. (hora local) del miércoles. "Soy abogado, militante. Vine al campamento a expresar mi solidaridad con los trabajadores rurales que han venido a reforzar la lucha por la democracia, por las libertades democráticas, a favor de Lula da Silva", proclamó Ralph Moreira, de 60 años de edad.
Una opinión poco compartida en esta ciudad rica y conservadora, donde Moro, un juez de primera instancia de 44 años de edad que ordenó largas prisiones preventivas y dictó duras sentencias contra poderosos empresarios y políticos, es venerado casi como un héroe.
"Bienvenido. La República de Curitiba te espera de rejas abiertas", se leía en un gran cartel junto a un dibujo del expresidente vestido con ropa de presidiario. Se espera que miles de manifestantes retraten en las calles de Curitiba las tensiones de la sociedad brasileña, agudizadas desde que el año pasado el Congreso destituyó a la heredera de Lula, Dilma Rousseff, para ungir a su excompañero de fórmula presidencial, el conservador Michel Temer.
Moro pidió el pasado sábado a sus simpatizantes que no acudan a la cita. "No quiero que nadie se lastime en una eventual discusión o conflicto. Por eso mi sugerencia es que no vengan, no es necesario. Dejen a la Justicia hacer su trabajo", afirmó en un video divulgado por las redes sociales.
El interrogatorio apunta a determinar si Lula recibió un lujoso apartamento de la constructora OAS, enlodada en la red de sobornos de Petrobras, como retribución de favores ilegales. La fiscalía acusa al expresidente de haber recibido 3.7 millones de reales (1.16 millones de dólares al cambio actual) de OAS, incluyendo ese tríplex en el balneario de Guarujá (Sao Paulo) y el costeo del almacenamiento de sus bienes personales y de su acervo presidencial entre 2011 y 2016.
Lula, que enfrenta otras cuatro investigaciones por corrupción pasiva, lavado de dinero y obstrucción a la justicia, niega los cargos y asegura que es víctima de una persecución judicial y mediática para que no pueda presentarse a las elecciones de 2018.
Si es condenado y el fallo es ratificado en segunda instancia, el hombre que ganó fama mundial por capitanear el "milagro brasileño" hace una década deberá bajarse de esa elección.