El exministro brasileño Antonio Palocci, hombre fuerte de los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, fue condenado este lunes 26 de junio a 12 años y dos meses de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero en el escándalo de Petrobras.
Palocci, detenido desde septiembre pasado, fue hallado culpable de haber acordado “sobornos entre el grupo Odebrecht y agentes del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda)”, según la sentencia, que detalla que el exministro participó del pago ilegal y posterior lavado de más de 10 millones de dólares para financiar campañas políticas.
Médico de profesión, el influyente exministro fue un hábil estratega en el complejo ajedrez de intereses y partidos sobre el que se construyeron los gobiernos del PT.
Su agudo ojo político le llevó de ser concejal de la ciudad del interior paulista donde nació, la rica Riberao Preto, a convertirse en el ministro de Hacienda del primer gobierno izquierdista de Brasil, en los cruciales años que abrieron la era Lula (2003-2010).
Por el camino participó en la construcción del PT y fue coordinador de la campaña ganadora del líder metalúrgico, que acabaría seduciendo al mundo con el milagro económico del gigante sudamericano, pero cuya llegada al poder era observada con recelo por los mercados. Temerosos ante la irrupción de un presidente sindicalista en Brasilia, el astuto Palocci –que en su juventud había formado parte de grupos radicales de izquierda– se reveló como un efectivo bálsamo para los inversores.
Como ministro, mostró una inesperada habilidad para servir de puente entre los sectores más alineados con Lula dentro del gobierno y el mercado financiero, siendo visto como uno de los más influyentes integrantes del Gabinete.
A fines de 2005, sin embargo, surgieron las primeras denuncias en su contra, por supuesta participación en una red de pago de sobornos a políticos aliados, en lo que se conoció como el escándalo del “mensalao”.
En marzo de 2006, cuando fue acusado de divulgar datos privados de un testigo, Lula acabó cediendo a las presiones y pidió su renuncia. Era la primera caída al vacío de un político de gran potencial, al que algunos consideraron incluso como un posible sucesor de Lula. Pero él, como siempre, volvería.
“Personas con la competencia política de Palocci no surgen cada día ni cada año. Tardan mucho en nacer”, afirmó Lula en una entrevista con un diario de Ribeirao Preto en 2014.
Su sustituto entonces fue Guido Mantega, también bajo sospecha por sus supuestas conexiones con el fraude a Petrobras.
Moro debe dictar próximamente sentencia contra Lula, acusado de haber recibido un apartamento tríplex en el balneario de Guarujá (Sao Paulo) de la constructora OAS, a cambio de su influencia para obtener contratos en Petrobras.
Apenas meses después de su salida en 2006, Palocci logró ser elegido diputado, al tiempo que creaba una empresa de asesoría para asuntos financieros. Pero su actividad privada no le impidió volver a estar en el lugar y momento oportuno, cuando Lula le convocó en 2010 para coordinar la campaña electoral de la entonces ministra Dilma Rousseff.