La peor masacre desde el atentado de las Torres Gemelas ocurrida en Estados Unidos (EU), dejó un saldo de 50 muertos y unos 53 heridos, varios de ellos de gravedad.
Fue perpetrada por un estadounidense de origen afgano de 29 años que profesaba admiración por el grupo Estado Islámico y odio por los homosexuales.
Su blanco fue la discoteca Pulse de Orlando, Florida, frecuentada por la comunidad LGBT.
Las autoridades de EU investigan los vínculos del atacante con el extremismo islámico.
LA FIESTA QUE ACABÓ EN MASACRE
Era una noche de sábado como todas en la discoteca Pulse de la turística ciudad de Orlando, en el estado de Florida, en el que un nutrido público se había congregado para divertirse con un concurso de bailes.
La fiesta comenzó a pleno. Alrededor de las 2:00 a.m., cuando el local estaba por cerrar, se escucharon sonidos similares al ruido de tambores, según dijo uno de los participantes. Christopher Hanson aseguró que al principio pensó en un sonido rítmico propio de la música que se escuchaba, pero luego ya no.
“Vi cuerpos cayendo mientras estaba ordenando una bebida. Caí. Me arrastré hacia fuera. Algunas personas trataban de escapar por la parte trasera”, declaró a CNN, aclarando que no pudo ver al atacante. “Cuando alcancé la calle, había gente y sangre por todas partes”.
La dirección del club, percibiendo la gravedad de la situación, rápidamente publicó una advertencia de emergencia en su página de Facebook. “Que todo el mundo salga corriendo”, indicó.
“Era un caos total. Si puedo relacionarlo con algo diría que era como una escena de una película de terror”, dijo Janiel González a la AFP.“Algunos gritaban ‘ayúdenme, ayúdenme, estoy atrapado’. Otros fueron pisoteados. No había una salida claramente marcada en el club, por lo que la gente no sabía qué puerta tomar o donde ir”.
Los clientes, que apenas unos minutos antes se divertían, se encontraron repentinamente en una situación inimaginable, intentando salvar sus vidas.
Algunos contaron a los medios de comunicación que pudieron arrastrarse. Otros corrieron hacia la parte posterior, o hacia los ventanales. Muchos, sin embargo, no pudieron escapar, entre ellos algunos que habrían buscado refugio en el baño del club.
La situación se asemejó en cierto momento a una toma de rehenes por parte de un atacante atrincherado. El enfrentamiento no se resolvería después de tres horas, cuando la Policía utilizó un vehículo blindado para entrar, matando finalmente al pistolero en medio de una lluvia de balas.
Unos 300 familiares se conglomeraron el domingo por la tarde en un hotel ubicado detrás del hospital de Orlando, donde la mayoría de las víctimas fueron conducidas, y consultaban continuamente sus teléfonos para enterarse de las novedades. Muchos de ellos eran hispanos. Ángel Méndez mostró a un reportero una foto de su hermano.
“Se hallaba en el club, y estamos muy desesperados”, dijo. “Lo estamos buscando, esto es algo que ha tomado a Florida por sorpresa”. “Un lugar al que normalmente vamos simplemente a pasar el rato, a divertirnos, a bailar, en el que normalmente no hay ningún problema, de repente vive algo tan devastador”, comentó.
Un total de 50 personas murieron producto del tiroteo, 53 resultaron heridas y 30 fueron rescatadas luego de que la policía entrara al lugar.
EL ATACANTE
¿Extremismo islámico? ¿Homofobia? El estadounidense de origen afgano que abrió fuego prometió lealtad al grupo yihadista Estado Islámico (EI) y profesaba odio a los homosexuales.
Se trató de “un acto de terror y de odio”, dijo el presidente estadounidense Barack Obama en una breve declaración desde la Casa Blanca tras el ataque. “Ningún acto de terror u odio puede cambiar lo que somos”, agregó.
El tirador, Omar Mateen, un ciudadano estadounidense de origen afgano de 29 años, había sido previamente investigado por sus lazos con un atacante suicida estadounidense y prometió lealtad al Estado Islámico, dijo el FBI, que abrió una investigación por terrorismo.
De paso, una agencia de prensa vinculada con el EI informó, citando una fuente anónima, que el atacante, que murió en un intercambio de disparos con la Policía, era un “combatiente” de la organización yihadista. El FBI confirmó, asimismo, que el atacante telefoneó al servicio de urgencias 911 poco antes del tiroteo para anunciar su lealtad al jefe del EI.
Pero el padre del sospechoso dijo creer que su hijo estaba motivado por el odio a los gais, no por su religión musulmana, y sugirió que un incidente reciente con una pareja homosexual pudo haber disparado la tragedia.
“Él vio a dos hombres besándose frente a su esposa y su hijo y se puso furioso”, dijo Mir Seddique a la cadena NBC.
CONDENA MUNDIAL
El presidente Obama y el papa Francisco lideraron este domingo las condenas al tiroteo. El pontífice argentino repudió “esta nueva manifestación de una locura homicida y de un odio sin sentido”, mientras que Obama habló de un “acto de terror y odio”.
En un comunicado del Vaticano, el papa Francisco, a través de su portavoz Federico Lombardi, declaró que “la terrible masacre que ha tenido lugar en Orlando, que ha causado numerosas víctimas inocentes, suscitó (...) sentimientos muy profundos de execración y condena, de dolor, de confusión frente a esta nueva manifestación de una locura homicida y de un odio sin sentido”.
Ashraf Ghani, el presidente de Afganistán, el país de origen de la familia del presunto asesino, condenó en Twitter “este horrible ataque”. “Nada puede justificar matar a civiles. Mis pensamientos están con las familias, las víctimas, así como con el pueblo y el Gobierno estadounidense”, agregó.
Entre los numerosos jefes de Estado y de gobierno que condenaron la matanza, los dirigentes de Francia y Bélgica, donde se perpetraron recientemente ataques yihadistas, expresaron su solidaridad con Estados Unidos.